¡Danzón y verbena!

No es necesario evitar la estupidez, ni esconder bajo la alfombra los estigmas de la ignorancia; cuando arrecia la domesticación y se pondera la medianía;

cuando se transforman en virtudes el seguidismo y la conformidad; cuando el dogmatismo y el eslogan se disfrazan de inteligencia; cuando el logro de una posición social o el acceso al poder pasan por el servilismo y el vasallaje obsequioso; cuando los valores se flexibilizan para asimilar lo conveniente o justificar lo inadmisible; cuando la idiotez imprudente se convierte en espontaneidad; cuando la degradación del lenguaje y la simplificación excesiva de las ideas son rasgos indispensables para triunfar frente a las masas, solamente prospera el idiota o el mediocre: La vulgaridad se normaliza, la domesticidad se premia, la ineptitud se dispensa en aras de la obediencia. En el seno de la mediocracia el pensamiento es un derroche, un acto de golpismo; transgresión inaudita, contravención amenazante, atrevimiento imperdonable. Donde el dogma se levanta no cabe el pensamiento, no hace falta la grandeza ni la visión del genio. Basta con normalizar la estupidez, con igualarse a la masa indiferenciada y conformista; adoptar su lenguaje, acicatear los prejuicios, encarnar el promedio, estigmatizar como traidor al que discierne o destaca; la grey y los adeptos aplaudirán obedientes, justificarán la ocurrencia, perdonarán el dislate, tildarán de necesario lo inadmisible y lo repugnante. Así, en el teatro de la simulación, en la penosa farsa de la mendacidad y la impostura, el mediocre  tendrá su papel estelar, su momento de gloria y lucimiento, el escenario perfecto para mostrar su pequeñez.   

Es ahí, en el ruinoso teatro de la farsa y del engaño, donde la tramoya discursiva de nuestro inquilino de Palacio pretende disfrazar un bodegón infame, una pista "clandestina", una "terminal" de pueblo, en un aeropuerto de clase mundial.  Tras haber derrochado US$ 21,000 millones, considerando costos por indemnizaciones, bonos, intereses por deuda y pagos programados hasta el 2034, en la cancelación del NAIM; tras una erogación total de 104,000 millones de pesos, con un sobrecosto en la construcción del AIFA del 36%, ¡al fin la "tlayuda ambulante", el tenderete con el "recuerdito", la figurita de AMLO y el "detente", el tan ansiado traslado a los dominios de Maduro, los ocho vuelos, el danzón y la verbena, los baños sin agua, los comercios vacíos, el arquitecto estrella renegando de su obra, la pertinencia y la oportunidad de los taxis aéreos, el aeródromo de cuarta sin conectividad y sin permisos. ¡Bananerismo infame y cínico! ¡Mediocridad desparpajada e insultante!  ¡Impúdico despliegue de desfachatez y desvergüenza! Ahí quedará, enterrado y despreciado; ¡firme reflejo de su estupidez y su fracaso!

¡En el cerebro estrecho del mediocre no hay espacio para la inteligencia!
 

Dr. Javier González Maciel

This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. 

Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina