Para poder confiar en un equilibrio social se requiere desde el gobierno una línea de conducta estable.
Las contradicciones en nada ayudan. Veamos: un Epigmenio Ibarra asegurando que los soldados son asesinos pero desde Palacio Nacional se convive de forma extraordinaria con los militares. Un Ejecutivo que empeña su palabra en evitar actos de corrupción y nepotismo cuando se registra todo lo contrario. Un oficialismo que dice cumplir con la Constitución pero la cambia en un 40 por ciento. Un gobierno que asegura respetar a la libre expresión pero mantiene un amplio margen de censura y despidos de periodistas (ejemplo práctico; canal 34 tv). Un mandatario que cotidianamente asegura no mentir al asegurar que en México no hay laboratorios para procesar fentanilo y el gobierno entrante demuestra la contrario lo mismo que desde la Casa Blanca. Un partido político que se dice democrático pero amañaba las encuestas para imponer candidatos (pregúntenos a García Harfuch). Un gobierno que dice respetar “al derecho ajeno” y la no injerencia pero pone en pausa o rompe relaciones con naciones como España, Panamá, Perú y Ecuador. Un Ejecutivo que propone llevar a juicio a expresidentes y una presidenta (con a) que asegura protegerá a su antecesor. Un director del Fondo de CULTURA Económica con lenguaje soez, ruin, refiriéndose a temas sexuales y ahora sugiriendo fusilar a quienes apoyan las políticas de Trump “por traidores”. La absoluta protección a un español comunista que tiene incluso una oficina en el Senado de la República (Abraham Mendieta) bajo la sombra de Andrea Chávez pero el menosprecio desde Palacio al Poder Judicial. Por vez primera el arribo de dos mujeres a cargos de poder, Claudia Sheinbaum y Norma Piña y entre ellas se evidencia una fractura inaceptable aun cuando la presidenta (con a) asegura que no llegó ni está sola. Un gobierno que habla de transparencia y desaparece al INAI y esconde desfalcos impresionantes e históricos como en Segalmex o el INSABI. Gobierno que dice defender la soberanía y para ello nombra de embajadores a funcionarios de bajos escrúpulos, cuestionados, presuntamente ligados a desvíos e ilícitos (Omar Fayad incluso declaro que no tenía méritos para el cargo). Un hombre que se dijo 18 años en campaña para llegar a gobernar a este país y acabo rifando aviones, solapando a criminales, nombrando de colaboradores a quienes había calificado de “mafia en el poder” y considerado “persona non grata” por gobiernos extranjeros. Así, pues con estos ejemplos, para dónde jalamos? Y que conste que es pregunta.
CARLOS RAMOS PADILLA
*Conductor del programa VaEnSerio izzi 135 y radio mexiquense. Meganoticias, TVC