Pocos son los dictadores que tiene el hemisferio, aunque también hay que señalar que existe una categoría especial para los populistas del Cono Sur que a través de argucias propias del arrebañamiento de las multitudes han logrado permanecer mucho tiempo en el ejercicio del poder. Eso no quiere decir que sean queridos y apreciados por sus
gobernados, solamente que dirigen los recursos hacia esos sectores poblacionales que les resultan afectos y que en cada elección se encargan de orientar el sentido del voto para garantizar su permanencia. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, esta ahora utilizando todos los elementos a su alcance para explotar los abundantes yacimientos petrolíferos de las región del Amazonas, aunque con ello tenga que arrastrar a las etnias que ahí se asientan y que no han tenido contacto con la civilización, a conocer el infierno de la condición humana.
Cristina Kirchner es otro caso de la espectacularidad del populismo. Ahora la sospecha de asesinato se cierne sobre ella después de la muerte del fiscal Alberto Nisman que investigaba el caso de la explosión de la Asociación Mutual Argentina que dejó 85 muertos, y que pareciera fue ordenado y operado desde Irán, pero poco parece importarle porque cuenta con el control del aparato del estado, aunque las finanzas de Argentina estén al borde del desastre. Esa es la mejor muestra de lo que le cuesta a los pueblos ese populismo a ultranza que se aposento en algunos países sudamericanos producto de la laxitud de las políticas estadounidenses en lo que otrora fue considerada su zona hegemónica.
Venezuela requiere un tratamiento distinto, aunque el origen sea el mismo. Y no es porque la diferencia en el destino sea opuesto al de sus congéneres, sino porque hasta ahora los demás fueron elegidos, condición que el señor Nicolás Maduro no alcanzó porque el poder le fue presuntamente heredado por Hugo Chávez. Al menos eso es lo que señala la historia oficial, porque resulta que el señor Chávez ya estaba bastante muerto desde semanas antes cuando el señor Maduro salió a decir que lo había investido y heredado con el poder de Venezuela. Habrá que considerar la complicidad de Diosdado Cabello en eso, porque sigue siendo el hombre fuerte del Ejército. A partir de entonces el señor Maduro se ha dedicado a exterminar a sus adversarios y a mentir cuantas veces sea necesario para justificar su permanencia al frente del gobierno.
Leopoldo Sánchez ha sufrido las consecuencias de ese perfil dictatorial del señor Maduro, y fue responsabilizado de las protestas que causaron decenas de muertes, la mayor parte de ellas cometidas por las guardias y pandillas oficiales que operan disfrazadas de organizaciones populares. Mientras sus connacionales se mueren de hambre, el señor Maduro busca quien le financie la estadía en el poder, pero cada día se hace mas pequeño y a los venezolanos les está resultando demasiado caro. Argumentar que Calderón, Uribe y Piñera están pagados por el narco es una muestra de su discapacidad intelectual y el primer atisbo acerca de su demencial estado. Definitivamente no esta en sus cabales, y lo saben muy bien sus compatriotas, pero no pueden hacer nada porque Diosdado Cabello sigue teniendo el control del ejército y las policías, y le conviene seguir manipulando a su títere. Ahora dio instrucciones para que el ejército dispare a los manifestantes cuando se haga necesario. Para decirlo de otra forma, Diosdado tiene ahora permiso para matar. No tardará en quitar al títere de Maduro y establecer una dictadura al más puro estilo de los setenta del siglo pasado. Definitivamente Nicolás Maduro aparte de idiota, es un imbécil. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.