Si algo preocupa a la gente es llegar al final de sus días y no contar con lo suficiente como para sobrevivir. Es una condición humana a la que acudimos con frecuencia, pero el ritmo de vida que llevamos y la pobreza que soportamos muchas veces nos niega la oportunidad de contar con los ahorros en suficiencia como para dejar de trabajar y sobrevivir de nuestras rentas.
No es una circunstancia fácil, y para decirlo claramente es algo que preocupa a la mayor parte de los mexicanos porque la llegada a la dad de la presunta jubilación sin un peso encima, es lo mismo que depender de la caridad de los familiares, si los hay, y si no de la caridad pública. La mendicidad en la edad adulta es parte de ese negro futuro que muchos avizoran para gran parte de la población de este México nuestro.
Cualquier mexicano tiene derecho a aspirar a una buena seguridad social. Pero también habrá quien diga que quiere seguridad social aunque sea mala, porque lo importante es tenerla ya que significa un manto de cobertura para los tiempos difíciles en cuerpo y alma. El problema es que en este país la mayor parte de sus pobladores son pobres y por consecuencia solamente pueden aspirar a las migajas que les destina la seguridad social oficial. Pero también hay que decir que hay muchos mexicanos que no requieren de los servicios de la seguridad oficial y no la utilizan porque saben que eso y nada es lo mismo, por lo que aplican sus posibilidades económicas en la contratación de un servicio de seguridad medica particular, y hasta un plan de jubilación a través de sus ahorros bancarios.
En México existen castas que gozan de una protección superior a las que conocemos como "de primer mundo", pero son solamente esos afortunados que han encontrado una buena chamba en un organismo autónomo, donde ellos mismos deciden qué tendremos que pagarles los mexicanos porque se mantienen de nuestros impuestos. Para decirlo de otra forma, son los que utilizan discrecionalmente nuestro dinero para allegarse beneficios a los que nunca tendemos quienes lo aportamos.
Lorenzo Córdoba Vianello es Presidente del Instituto Nacional Electoral, y le ha tomado un enorme gusto al placer de gastar dinero que pusimos los mexicanos a su disposición para el mantenimiento de la democracia en todos los rincones del suelo patrio. Seguramente ya ni se acuerda que tuvo un padre austero que hizo un nicho de honorabilidad a través de la lucha social. El dinero corrompe, y el señor Lorenzo Córdoba es el mejor ejemplo de ello pues ha caído hasta en la tentación de contratar un seguro que lo protege de su aficiones taurinas. A eso se le llama no tener vergüenza ni pudores. Creo que si resucitara Don Arnaldo se volvería a morir de la vergüenza. O si se llegara a enterar de las peripecias del crío, se iría tres metros más abajo. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.