Pancho De la Cruz y el campamento dos de octubre

sinpunto

Hay hombres y mujeres que marcan el destino de las sociedades. Y lo hacen sirviendo de ejemplo, explicando el origen y el porque de las cosas, trazando metas, asumiendo compromisos, pero sobre todo, partiéndose el alma y otras cosas porque creen en lo que hacen y lo convierten en convicciones. Viven y se alimentan de ello, no piensan en proyectos personales, piensan en la circunstancia de los demás y en lo que se puede alcanzar con organización social. Saben que a una sociedad organizada no la detiene nadie, y se colocan a la cabeza para marcar el rumbo y el destino. Para decirlo de otra forma, son esos líderes que siempre se colocan al frente de las causas que requieren alcanzar los hombres y las mujeres a quienes la necesidad no les deja entender a cabalidad sus necesidades.

Pocos hombres he conocido que provocaran admiración a causa de sus convicciones, y por sostener en los hechos sus acciones sabedores que tarde o temprano tendrían que arrostrar las consecuencias de sus actos. Francisco de la Cruz Velazco nació indígena en el Estado de Oaxaca, y eso explica su perseverancia y valentía. Fue encarcelado innumerables veces, torturado, golpeado, segregado, amenazado, pero nunca lograron quebrantar su decisión de luchar por los demás. Desde el instante en que lo conocí, lo admire. Ya era una leyenda. Goce de su amistad aún en los momentos en que era perseguido a pesar de contar con más de setenta años de edad.

Lo visite varias veces en su escondite del Estado de Morelos, y los viernes pasaba por Radio Chapultepec las grabaciones que me enviaba aunque ello significara la animadversión de las autoridades, lo cual poco me importaba. Con singular alegría cubrí las multas que me impusieron a causa de las "palabras impropias" que le salían del alma en su forzado "exilio". Pancho de la Cruz dejó de existir el lunes pasado, quince días antes de cumplir noventa años. Fue velado en el "Campamento 2 de Octubre" que tantas golpizas y encierros le costó. "Su gente", esos hombres y mujeres humildes a los que entregó un lugar para que tuvieran techo le fueron fieles hasta la muerte. El desfile comenzó desde temprano el lunes, y concluyó ayer por la tarde cuando fue cremado.

Seguramente Arturo Durazo estará temeroso de volver a encontrarlo como cuando fue remitido al Reclusorio Norte y pedía a gritos que no lo pusieran en la misma sección. Ese era el tamaño de su culpa. Un día mandó dos mil quinientos granaderos al "Campamento 2 de Octubre" para aprenderlo, pero se les escapó porque "su gente" lo protegía. Pancho de la Cruz ha dejado de existir, pero vivirá muchos años en el recuerdo de quienes lo conocimos. Pancho de la Cruz forma parte de la historia de la lucha social de este país. Algún día estará en el sitial que le corresponde, si es que la historia hace justicia a los hombres de convicciones. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.