En estos momentos en que las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos se han dado exitosamente pese a las advertencias del presidente norteamericano Donald Trump, a quien muchos especialistas en el vecino del norte han vaticinado o la dimisión o la destitución ante tantos yerros cometidos en menos de seis meses.
Cuando se anunciaron las negociaciones las izquierdas estructuraron una andanada contra Carlos Salinas de Gortari, acusándolo de “neoliberal”, vendepatrias, y de entregar el petróleo a los norteamericanos.
Los años de 1991, 1992 y 1993 resultaron infernales para quienes integraban el gabinete presidencial. Los augurios y discursos de la retórica radical abordaron la posibilidad de que Salinas de Gortari vendiera al país o lo llevara a la quiebra. Es más, quienes ahora forman y conforman ese frente amplio opositor, durante mucho tiempo inundaron las calles y las plazas con dicterios, que por cierto fue lo que mayormente las unió en un proyecto común, que era desestabilizar al país.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el hombre más reverenciado por esos hombres y mujeres que creyeron en las prédicas fue uno de los principales actores del momento, y con él se unieron Andrés Manuel López Obrador y ésos que ya conocemos y que aprendieron a vivir holgadamente con sus prédicas que nada tienen que ver con la izquierda, pero que al cabo del tiempo se han transformado y mimetizado con ésos que tanto criticaron y denostaron.
Claro está que la comodidad del poder cuando se prueba se aprueba, y desde entonces siguen con sus mismas prédicas pero cambiaron las privaciones por el lujo y riqueza a que se han acostumbrado.
La quiebra del campo a la que tanto acudieron, anticipando en sus discursos la muerte por hambre de millones de mexicanos, tampoco llegó para su desgracia ideológica. Para decirlo más claro, no conozco la pobreza de ninguno de esos líderes que tanto predicaban la dictadura del proletariado como el mejor camino, y al cabo del tiempo resultaron más burgueses que esos a los que dirigían sus dicterios.
Los agoreros del desastre gozan de cabal salud, y uno de ellos quiere ser Presidente de la República porque los mexicanos tenemos mala memoria y olvidamos pronto sus estupideces. Ojalá alguien recuerde a los mexicanos que Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador recorrieron Estados Unidos para promover ente sus congresistas que no votaran a favor del TLC con México. Ojalá lo recuerden los mexicanos a la hora de votar.
De cualquier forma el Tratado de Libre Comercio ha sido benéfico hasta para sus detractores. Durante 2016 el saldo comercial para el campo resultó favorable hasta en tres mil 204 millones de dólares. Nuestra balanza comercial con Estados Unidos presenta un superávit que nos favorece con 64 mil millones de dólares, pero de eso no hablan los detractores porque no les conviene refrescar la memoria de los mexicanos. Pero el que más dicterios vertió todavía quiere ser Presidente de la República apelando a la desmemoria colectiva de los mexicanos. Al tiempo.
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