Sin lugar a dudas la Mal llamada Cuarta Transformación no es transformación
y ni siquiera podrá alcanzar el rango que los estrategas discursivos de Andrés Manuel Lopez Obrador le han querido dar para marcar un antes y un después en el devenir del Estado Mexicano. Pretender engañar a los connacionales con una transformación similar a los grandes momentos de toma de definiciones que ha tenido este país, es una forma de intentar violentar esa historia de la que nos sentimos orgullosos por los episodios llenos de heroicidad que definieron nuestro destino.
Ninguno de los integrantes de esa mal llamada “cuarta transformación” puede asemejarse con aquellos que lucharon por la emancipación de esta nación al separarse de la España imperial de la cual fuimos una de sus más afamadas y ricas colonias durante más de trescientos años, y que al final de la primera década del siglo antepasado germinaron las ideas independentistas ante la persistente conducta de la España peninsular de mantenernos en el ostracismos político y saqueando nuestros principales riquezas.
La gesta de nuestra independencia la realizaron hombres y mujeres que supieron colocar por delante de su decisión de formar una patria propia, un sentido de entrega a la causa en la que poco importaba la muerte de Muchos con tal de alcanzar el ideal de la autodeterminación. Así cayeron varias generaciones a las que seguimos mostrando respeto y veneración porque sacrificaron su vida para heredarnos una nación en la que hasta ahora seguimos construyendo nuestro futuro día con día, y con la misma mística de esos que supieron escoger el momento para despertar.
Hoy por desgracia, los mexicanos enfrentamos el falso dilema de sumarnos a una pretendida cuarta transformación, que no es otra cosa que la búsqueda de un sentido identitario para cambiar la percepción histórica del patriotismo por un falso patrioterismo de una corriente ideológica que se dice poseída de la facultad de cambiar nuestra forma de vida, y someternos a una nueva mística surgida de la voluntad unipersonal y el proyecto de un hombre que pretende suplantar a los héroes que nos dieron patria apoderándose de la conciencia colectiva de los mexicanos.
Desde luego que para suplantar a un gobierno y una sociedad se requieren condiciones de operación y manipulación de conciencias aprovechando esos sectores de la sociedad que son fácilmente orientados por su poca preparación académica. Ese ha sido el trabajo de Andrés Manuel Lopez Obrador durante los últimos veinte años, sembrando odio e inquina en todos los rincones de país, y con la complacencia y permisibilidad de una clase política más ocupada en el saqueo indiscriminado que en la distribución equitativa del ingreso.
Pretender suplantar nuestra realidad como nación es una intentona de los delincuenciales integrantes de ese bodrio orgánico llamada “Cuarta Transformación” que por desgracia supieron aprovechar la ignorancia colectiva para hacerlos caer en la tentación de un cambio sin rumbo y solamente expenso a las veleidosidades de un líder carismático que no deja de ser un simulador y encantador de serpientes, de esas que pululan ahora en los rincones del poder. Pobre Mexico si no logra despertar del letargo discursivo del engaño tendido por una de las generaciones de políticos igual de ladronea que aquellos a los que ahora acusan de todos los males pasados, presentes y futuros. La ignorancia y el encono acumulados de los pueblos son el principal elemento para su destrucción.
Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.