En el argot jurídico existe un adagio que dice: ‘a confesión de parte, relevo de
prueba’. Y es que efectivamente, y aunque no se haya aceptado del todo, Donald Trump es un hombre muy avezado en las negociaciones porque las ha hecho toda su vida, y siempre le apuesta a ganar ganar. Y no es que los demás no tengan habilidades para ello, simplemente es que el hombre del copete dorado ha sido un negociante toda su vida, y en política la negociación resulta fundamental, y más en las relaciones exteriores.
El episodio protagonizado por Marcelo Ebrard Casaubón ante la carencia de entendimiento de la lengua inglesa por parte de Andrés Manuel López Obrador, pero sobre todo por no exponerse, lo situó como el principal protagonista de una negociación que se antojaba difícil, y al final pudimos constatar que ahora esa dificultad entraña compromisos muy serios para este país, pero sobre todo, para quienes desde la esfera gubernamental tendrán que someterse a las disposiciones contenidas en la minuta del acuerdo entre ambos países.
Lo único que conocemos es que finalmente se logró que no se impusiera un gravamen arancelario a los productos nacionales, pero el caso es que pareciera que el costo será absorbido por el Estado Mexicano a causa de las concesiones que se tuvieron que establecer en el acuerdo, y donde México adquiere compromisos que no pueden soslayarse ya que existe la obligatoriedad del gobierno federal de realizar un sinnúmero de acciones para contener la migración centro y sudamericana.
El propio Marcelo Ebrard Casaubón es quien ha dado elementos a los medios de comunicación para evaluar lo ocurrido, desde su punto de vista claro está, en las negociaciones con el gobierno norteamericano después de la amenaza vertida por Donald Trump de imponer un arancel del 5% a los productos mexicanos que se insertarán en el mercado interno, lo que hubiera resultado fatal para nuestros productores porque hubieran tenido que regalar su trabajo.
Marcelo Ebrard califica la negociación que encabezo como la más difícil, y México tiene solamente 45 días para disminuir el flujo migratorio hacia territorio estadounidense, porque de lo contrario podría hacerse realidad el impuesto a los productos mexicanos. Fue el mismo Canciller quien dio a conocer esta circunstancia en la conferencia mañanera desde Palacio Nacional. ¿Y dónde estuvo esa gallardía que el Presidente mostró en el escrito que dio a conocer dónde afirmaba ‘recuerde, que no me falta valor, que no soy cobarde ni timorato sino que actúo por principios’. La pregunta es: ¿y dónde quedaron ese valor y esos principios? Porque al final cedió todo.
Con este acuerdo México se convierte en el muro de contención de la migración centroamericana y rompe con su tradición hospitalaria. Para decirlo más claro, México pagará el muro que Donald Trump pretendía construir en la frontera, y aunque no lo hará físicamente, desplegará a nuestro costo a la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala para evitar el flujo de migrantes. Lo peor es que con una total desvergüenza se pacto que mantendríamos en nuestro territorio a los migrantes que soliciten internación en territorio norteamericano, pagándoles hospedaje y alimentos. Aparte de la abyección también los acompaño la ignominia.
Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.