Si algo lastima a cualquier mexicano es que le quiten el dinero que tiene.
Muchas cosas han ocurrido desde que Andrés Manuel López Obrador alcanzó el triunfo en las urnas y logró la Presidencia de la República. El problema es que hasta ahora lo que más preocupa a los mexicanos es esa incertidumbre provocada por la impericia de un gabinete que a veces no entiende a su mandatario, y las ocurrencias de un mandatario que a veces no entiende lo que significa la planeación. Hasta ahora el resultado es incierto por las decisiones que toma un mandatario que no estaba preparado para dirigir un país de las dimensiones del nuestro, y que eligió a uno de los gabinetes más ineficientes y bisoños de que se tenga memoria.
El saldo es negativo, porque la ineficiencia es manifiesta y las ocurrencias se han convertido en la doctrina de un proyecto de gobierno que no alcanza a tomar forma por la carga de impericia de quienes encabezan el esquema operativo, y la veleidosidad de quien toma las decisiones sin consultar a los especialistas. La llamada “Partida Secreta” se ha convertido en el principal instrumento de un mandatario que todos los días pontifica y señala que desde su llegada los mexicanos somos inmensamente felices con nuestro desasosiego, y para muchos también con su pobreza.
El subejercicio presupuestal es brutal y se realiza de forma metódica para evitar la revisión de las cuentas públicas. Hasta ahora el Ramo 23 esta integrado por los remanentes del presupuesto, que una vez que no se ejercieron son reasignados a la llamada “partida secreta”, que no es otra cosa que el llamado Ramo 23. Y no se tiene que realizar una intensa y minuciosa investigación para conocer lo que está sucediendo con el dinero de todos los mexicanos.
Para que usted conozca la perversidad del esquema gubernativo actual, el dinero de las partidas presupuestales no se está gastando con la finalidad de que al pasar al Ramo 23 se pueda gastar sin pasar por la revisión del Congreso, es decir, de forma discrecional y por mandato del titular del Ejecutivo Nacional. Lo peor es que de ese dinero nunca habrá rendición de cuentas. Si la principal preocupación de los mexicanos ha sido la incertidumbre gubernamental, el manejo de la partida secreta es un golpe brutal porque de lo que se trata es de gastarlo discrecionalmente sin que exista la posibilidad de una revisión a fondo de esos recursos que son de todos los mexicanos.
Para decirlo de otra forma, los ahorros que tanto se pregonan no existen, lo que verdaderamente existe es un avieso subejercicio presupuestal, y la determinación de gastarlo para evitar la rendición de cuentas. Hasta ahora hemos conocido barbaridades que ni en los mejores tiempos de Boris Karloff nos hubieran espantado. Que los doctores compren los medicamentos para el cáncer cuando la Secretaría de Salud no pueda surtirlas es la mayor estupidez que he escuchado en todos mis años de periodista.
Pero la monstruosidad de organizar un genocidio al no comprar las medicinas que requieren los enfermos en fase terminal, habla de la mendicidad de quién nos gobierna y que todos los días se burla de los mexicanos. El problema es que entre la estupidez y la mendicidad el país no tiene rumbo ni dirección. Los ladrones actuales serán los reos del mañana, de eso pueden estar seguros, porque el hastío de los mexicanos se ha presentado de forma temprana, y estarán pidiendo justicia a gritos en el corto tiempo. Al tiempo.