Pues ahora resulta que el Presidente de la República tuvo un severo gesto de
enojo en la mañanera. Y no es que haya amanecido de mal humor, o que los dislates de su gabinete lo haya puesto gruñón, o que el Señor Molécula le haya hecho una pregunta difícil de esas que muchas veces no puede contestar y tiene que inventar para no quedar mal con los medios de comunicación, o para que no digamos los mexicanos que su cultura es precaria. Nada de eso ocurrió, pero de que se puso punk, ni que decir.
Pues resulta que entre las expresiones sociales también hay desacuerdos con el Gobierno Federal, y como les enseñaron los especialistas en organizar protestas, entre los que se encuentra el propio Presidente de la República, pues el grupo de inconformes de la Central de Abasto que se levantaron muy temprano, como lo acostumbran hacer todos los días para hacer lo que bien saben hacer en uno de los mercados más grandes del mundo, donde el comercio comienza en la madrugada, se presentaron en Palacio Nacional y decidieron cerrar las entradas a la conferencia mañanera para que no entraran los habituales asistentes.
Vaya, ni el señor Javier Jiménez Espriú, Secretario de Comunicaciones y Transportes, y encargado del Proyecto de construcción del Aeropuerto Internacional de Santa Lucía, donde existe una montaña que no han comenzado a quitar para hacer viable el despegue e ingreso de aviones de gran calado, pudo acceder a Palacio Nacional. Y claro que se fue bastante enfurruñado y aventando diablos y centellas por todos lados por llegar un poco tarde sabedor de las reprimendas que le otorgara conspicuo mandatario.
Ya entrados en gastos, los comerciantes hicieron su reclamo, y el principal de ellos es que las autoridades no atienden sus demandas, entre las cuales exigen la remoción de la administración actual por un presunto mal manejo de los recursos. Pero también siguieron esos apoyos que les fueron ofrecidos por las autoridades de la Ciudad de México en materia de seguridad, ya que según señalaron las ventas han disminuido a causa de que la gente ya no quiere acudir a ese lugar.
Ya entrados en gastos como dice el refrán popular, los comerciantes dijeron que han solicitado diálogo con la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y los enviaron con los Subsecretarios de Gobierno Diana Álvarez y Ricardo Peralta. Y claro que el enojo presidencial fue mayor, porque no estaban los medios de comunicación para satisfacer el alcance de los mensajes que todos los días envía a la nación. Lo peor es que el Vocero Jesús Ramírez Cuevas tampoco pudo ingresar, y es quien lleva los apuntes.
Andrés Manuel López Obrador pidió a los manifestantes que moderarán sus protestas y que tienen tache por pasarse, pero serán atendidos por el Gobierno de la Ciudad. En lo personal me parece que el Presidente de la República no tiene autoridad moral en el tema, pues el paralizó durante casi dos meses a la Capital de la República cuando organizó el plantón sobre la avenida Reforma y calles aledañas causando un grave atentado a la economía de los hombres y mujeres cuyos negocios se fueron a la quiebra. Bien dicen por ahí, “cría cuervos y te sacaran los ojos”. El les enseño el camino, y ahora tendrá que aguantarse. Al tiempo.
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