En lo personal no me cuesta nada hacer señalamientos en torno a los distintos personajes de la fauna nociva que integran actualmente la élite política del país. No tuve
empacho en su momento para criticar a panistas, perredistas y tricolores, y debo señalar con toda responsabilidad que mucho menos los tendré para seguir haciendo puntuales señalamientos de los dislates, yerros, excesos y hurtos organizados desde las élites del poder que por ahora detenta el Movimiento de Regeneración Nacional.
No hay mal que dure cien años, y al paso que vamos el florecimiento de la mal llamada Cuarta Transformación no pasará de ser una amarga pesadilla como lo han sido muchos gobiernos tricolores, panistas, perredistas, y ahora morenistas. El problema es que mientras los otrora partidos gobernantes tardaron años en intentar refinar sus mecanismos de captación de beneficios personales, el cinismo ha sido la identidad de quienes ahora encabezan el Gobierno Federal, y las gubernaturas que hasta ahora han alcanzado.
Muy pronto ha llegado el hastío de los excesos cometidos por los representantes y gobernantes de todos los niveles del Movimiento de Regeneración Nacional. Y eso augura simplemente la extinción en cuanto termine el mandato de Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia de la Republica, porque hasta ahora los resultados han sido desastrosos, y los excesos de la “"nueva clase politica” en la mayor parte de las veces caen en el ámbito delincuencial, aunque no les guste a muchos.
El asalto perpetrado por el gobernador poblano, Miguel Barbosa, a la propiedad privada, no es más que resultado de la impunidad con la que se condujo durante muchos años el propio Andrés Manuel López Obrador haciendo tomas de plazas públicas, carreteras y pozos petroleros, lo que le significaron un excelente negocio para seguir medrando de la debilidad de aquellos gobernantes que prefirieron entregarle grandes cantidades de dinero a cambio de mantenerse fuera de sus constantes diatribas.
Ahora resulta que de la noche a la mañana, el corrupto gobernador poblano, Miguel Barbosa Huerta, con una ley surgida de sus más recónditas ansias de poder, se alzó con el control de los colegios privados diseminados a lo largo y ancho de la geografía poblana que hasta ahora habían venido brindando servicios educativos. Dicha ley incorpora al Sistema Educativo Estatal los inmuebles en que funcionan esos colegios privados, además de sancionar con multas a los propietarios ante la posibilidad de que retengan documentos o se nieguen en lo sucesivo a brindar la educación. Para decirlo de otra manera, la dictadura del señor Barbosa estará por encima de los lineamientos de la Secretaria de Educación Pública.
En lo personal creo que la medida fracasara en tribunales, pero dejará constancia de lo que es capaz el déspota Barbosa con tal de demostrar el poder que detenta por obra y gracia de los votantes que lo llevaron a la gubernatura. Los pueblos también se equivocan, y el rencor acumulado en muchas de las clases sociales propició la creación de un tirano que piensa que los gobernadores pueden satisfacer cuantos caprichos se le ocurran. Bien dicen por ahí, que la estupidez es la madre de los tiranos, y el señor Barbosa ya dio muestras de lo irracional que puede ser. Una última reflexión, ¿como se le llama a quien comete estupideces? Eso es lo necesitamos entender para definir al señor Barbosa. Al tiempo.
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