Mucho ha presumido el señor Andrés Manuel López Obrador ser un hombre de izquierda, y en
la mayor parte de sus peroratas se asume como un liberal tildando de conservadores a sus presuntos adversarios, aunque muchos de ellos tengan más historia que él mismo dentro de las luchas de la izquierda de nuestro país. Ante un auditorio carente de cultura el demagogo puede decir muchas cosas y serán creídas, aunque carezcan de veracidad, y eso es lo ocurre con el Presidente de la Republica, que aprovecha su encargo para denostar a sus presuntos adversarios y denigrar su pertenencia al conservadurismo.
Lo que en verdad podemos decir del señor López Obrador es que su perfil determina que ha sido un connotado demagogo acostumbrado a las predicas públicas para denostar a quienes ocupan las estructuras gubernamentales, y prometer lo que nunca podrá cumplir, porque de la noche a la mañana no se cambia el rostro de un país y mucho menos se saca de la pobreza a quienes fueron relegados de los beneficios de los avances económicos y sociales por el olvido gubernamental.
Lo digo con todas sus letras, Andrés Manuel López Obrador nunca ha sido un liberal, pues durante toda su vida ha sido un demagogo, vividor y aventurero, además de especialista en extorsiones gubernamentales. Hay cosas que nunca se podrán ocultar, como ha sido el caso de su primer negocio cuando recibió de parte de Manuel Camacho Solís la suma de cuatrocientos cinco millones de pesos por levantar el plantón de barrenderos en el Zócalo de la Ciudad de México, por cierto, dinero que le entregó en Ixtapaluca Marcelo Ebrard Casaubon.
La cantaleta del liberalismo le ha servido para engañar a los incautos, pero ni por asomo se parece a un liberal. Y menos a quienes encabezaron la épica etapa de La Reforma con Juárez a la cabeza de una pléyade de mexicanos distinguidos y no una caterva de asaltantes y ladrones, como los que por desgracia lo han acompañado en su travesía para llegar al poder. El perfil populista de Andrés Manuel López Obrador lo ha asomado a la utilización de verdades a medias y mentiras completas para lograr su propósito de alzarse con el poder, pero insisto, no deja de ser un simple demagogo.
Su presunto socialismo no es más que una careta para esconder ese conservadurismo que lo ha caracterizado siempre, porque hasta ahora nunca ha apoyado una sola de las propuestas de avanzada de las organizaciones civiles como son los casos del aborto, la eutanasia, y la denostación que hizo del “Día Sin Mujeres” porque están metidos los “"hipócritas conservadoras” a quienes acusó por tener una mano negra en el movimiento. Esa circunstancia lo retrató en toda su lamentable dimensión.
El señor Presidente simula ser un hombre de avanzada, pero su distorsionada concepción de lo que eso significa lo ha hecho rechazar temas diversos que reclaman los grupos sociales, y desde luego que se da el lujo de amenazar a quienes pensamos diferente. Para colmo de males, habrá que puntualizar que el Banco Mundial prestó al Gobierno encabezado por el tabasqueño dos mil ciento treinta millones de dólares, cifra inferior en apenas doscientos ún millones de dólares al monto que el mismo organismo otorgó al gobierno de Enrique Peña Nieto en los seis años de su mandato. Vaya con la Cuarta de Quinta. Así de simple. Al tiempo.
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