Todos los días la zozobra se apodera de los mexicanos, sobre todo entre quienes elegimos la
profesión de relatar y analizar los hechos que nos afectan y que por desgracia se van presentando de forma cotidiana ante la estupefacción general. El problema es que no existe nadie que pueda hacer algo por detener la barbarie gubernamental que nos esta fabricando quien fue elegido Presidente de la Republica. Seguramente muchos de ellos estarán arrepentidos, pero el daño está hecho, y llevamos menos de dos años.
Lo previsible es que el Modelo dictatorial que el señor López Obrador nos ha venido construyendo a través de la destrucción de las instituciones ciudadanas que significaban un contrapeso al esquema gubernativo siga avante. Y francamente no creo que alguien ose colocarse enfrente para no despertar la ira del Estado Mexicano encarnado en la figura Presidencial. Los contrapesos van desapareciendo, y los avances representados por las diversas dependencias eminentemente ciudadanizadas están siendo el blanco favorito para romper cualquier entrometimiento de los mexicanos en el estilo unilateral de gobernar del señor Andrés Manuel López Obrador.
En menos de un año seguramente estaremos qigual que los regímenes totalitarios del Cono Sur del Continente, y no es que pretenda denostar el prestigio de quién ahora encabeza el Gobierno porque ha sido él mismo quien se ha encargado de que los mexicanos sintamos temor ante las andanadas discursivas para intentar cambiar las instituciones autónomas por órganos dependientes del gobierno, como se acostumbra en las dictaduras centro y sudamericanas. Hay decirlo sin pudores, el Presidente de la Republica esta caminando hacia el establecimiento de un Estado totalitario sin que hasta ahora haya alguien que pueda detenerlo.
A ello habrá que sumar el inusitado protagonismo que asume su esposa, Doña Beatriz Gutiérrez Muller, quien ordena silenciar a quienes se atreven criticar su desempeño como Primera Dama o entrometerse en su vida familiar como ocurrió con el activista en redes sociales Chumel Torres. Lo cierto es que en estos momentos de agobio que vive el país el periodismo se ha convertido en la profesión más peligrosa ante las violentas andanadas que se lanzan desde el púlpito mañanero. No tan solo son las órdenes de censura, también la intimidación de presuntos grupos de defensa organizados por el actual régimen.
La vocación Republicana que nos hemos construido a través de las diversas luchas por alcanzar la plena libertad de expresión, y que ahora incluyen muchos hechos de autoritarismo, pudiera degenerar en hechos de sangre a cargo de los grupos que se han venido organizando para defender el maltrecho prestigio de la llamada Cuarta Transformación. Las violentas protestas contra el Gobierno de Enrique Alfaro retrata en toda su dimensión la decisión presidencial de seguir caminando hacia la dictadura.
Hasta ahora la popularidad de Andrés Manuel López Obrador ha caído veinte puntos en tan solo nueve meses, y la tendencia sigue apuntando hacia la disminución, por eso le urge terminar de una vez por todas con los contrapesos ciudadanos. Ya se apoderó de la Comisión Nacional de Los Derechos Humanos, y su ahora titular será complaciente con la violencia ejercida contra los opositores. El siguiente blanco será seguramente el Instituto Federal Electoral, con lo que estaremos en la antesala del establecimiento de la reelección y el ejercicio de la dictadura. Así de simple el negro futuro de los mexicanos. Al tiempo.
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