Sin lugar a dudas la personalidad de Andrés Manuel López Obrador ha sido analizada y estudiada por los especialistas del pensamiento y el comportamiento humano de todas las latitudes,
incluso en el ámbito internacional desde donde de pronto nos llegan estudios que ni siquiera aquí hemos realizado a profundidad, lo que habla del poco interés de los expertos de la psique por enterarse del estado mental en que pudiera estar Andrés Manuel López Obrador al tomar decisiones que afectan a más de ciento veinte millones de personas que vivimos en el país.
El Presidente la Republica ha sido un hombre muy contradictorio durante toda su carrera pública, y desde que asumió el poder lo hemos constatado mexicanos y analistas extranjeros por los constantes yerros y dislates que se le ocurren en sus conferencias mañaneras. Una máxima del ejercicio político es que el que mucho improvisa mucho se equivoca, y lo constatamos con los impulsos teatrales que mucho usaba José López Portillo. Quizá ese fue el principal motivo de la austeridad verbal de Miguel De La Madrid Hurtado, que todo lo preparaba cuidadosamente porque era de la idea de que un Mandatario no puede cometer equivocaciones en sus públicas.
De ahí la costumbre de que más vale leer que equivocarse, cosa que al señor López Obrador poco le importa porque sus verdades cambian en cualquier momento de acuerdo al tema, al público y a su estado de ánimo. Los dislates mañaneros registran un sinfín de citas inexistentes, mentiras de tiempo y lugar, de mensajes contrapuestos a lo que dijo días antes, de constantes citas del pasado pretendiendo marcar la diferencia entre sus antecesores y el, y lo peor, de reseñar pasajes inexistentes que surgen de ese odio profundo que siempre mantuvo contra un sistema que le permitió alcanzar su más preciado anhelo, ese que ahora tira a cada rato a la basura.
Ahora le dio por presumir que una de las cosas que más le enorgullecen de su administración es que, a pesar de los ataques en contra suya, la respuesta ha sido la libertad y no la censura. Y en lo personal tengo que decir que esa ha sido una de las mayores mentiras de su prolífica costumbre de engañar. Somos innumerables los periodistas los que tuvimos que dejar de salir en los medios de comunicación después de muchos años de trabajo por señalamientos precisos en nuestra contra. Lo digo con todas sus letras, el Presidente de la Republica miente por necesidad, porque requiere seguir engañando y manteniendo de su lado a los incautos que lo llevaron al poder. Esos que más que pensar con la cabeza lo hacen con el corazón y desde su condición de olvido decidieron otorgarle el lugar desde donde está convirtiendo al país en un desastre.
Lo peor es que la “venganza de los desposeídos” engendró el gobierno que ahora preocupa no tan solo a los mexicanos, sino a los analistas políticos y económicos de todo el mundo. De todas las latitudes nos llegan las muestras de preocupación por un país que con todas sus fallas gubernamentales y toda la corrupción posible, transitaba por un modelo de protección a los pobres, esos que ahora solamente reciben mendrugos y no la oportunidad de insertarse en los procesos de la economía formal. Las dádivas sirvieron a los gobiernos populistas para mantener una base sólida de votantes, pero por fortuna en México tenemos un sistema educativo que le otorga a los ciudadanos la oportunidad de contar con una capacidad de análisis distinta.
Andrés Manuel López Obrador ha sido un sembrador de esperanza basada en el encono social, pero la desgracia mayor es que su inoperante forma de concebir el fenómeno gubernamental nunca le alcanzara para generar oportunidades de desarrollo a las clases menesterosas. Bien dicen que un pueblo sin educación es un pueblo condenado al fracaso, y esa es la verdadera finalidad de la mal llamada Cuarta Transformación para mantener al pueblo en la ignorancia y la ignominia, así lo siguen padeciendo los Bolivianos, Venezolanos, Ecuatorianos, Brasileños, Argentinos, Hondureños, Nicaragüenses, y Cubanos. Todos empobrecidos y con mandatarios tiránicos. A México lo salvará de ese negro destino nuestro sistema educativo y el nivel cultural de los mexicanos. Así de simple. Al tiempo.
Vladimir.galeana@gmail.