Desconozco cuanto tendré que pagarle al señor Andrés Manuel López Obrador con esa ocurrencia que tuvo hace unos días en el sentido de que los medios de comunicación se dedican a criticarlo porque son un negocio y tienen que pagar impuestos por ello.
En el ámbito periodístico hay empresas de todo tipo, desde las más conocidas y reconocidas, hasta las más modestas que por su alcance simplemente logran la subsistencia y sus colaboradores lo hacen por amor al periodismo y a la verdad.
Por lo pronto, y aunque no le guste a quien por ahora está encargado del destino de este país, el Doctor Javier González Maciel, cardiólogo reconocido, le hizo ver su corta y segada visión del mundo al que siempre se refiere cuando de vituperar se trata.
“"Soy producto del estudio y del esfuerzo, del sacrificio y el tesón, no de la dádiva interesada y ventajosa que usted dilapida con sombrero ajeno y sin pudor, intentando comprar la voluntad y la simpatía de aquellos que por su condición de pobreza y obligados por la necesidad, son proclives a la farsa del engaño y las mentiras”. asevero el galeno.
Quiero señalar responsablemente que todos los días observo este tipo de reclamos al Presidente, ante su inclinación a mentir en las conferencias, sobre todo en las mañaneras, ya que no cuenta con datos duros y certeros de lo que afirma, por lo que solamente se conforma con utilizar su imaginación, esa que lo ha distinguido en toda su carrera política, hablando sin fundamento y lanzando críticas sin tener la certeza de lo que señala. Por ello, el respetable Médico Javier González Maciel le dice “que pude gastar con orgullo lo que le pagan por trabajar en el hospital de México”, y eso, aunque no le guste, contribuye más al progreso, que su discurso incendiario y resentido, cuyo único propósito es descalificar, dividir y confrontar a los mexicanos.
También afirma que “no hay bienestar posible donde falta la salud, ni puede surgir espiritualidad alguna en quienes padecen hambre y pobreza empujados por sus ineptas decisiones al vórtice de una economía decadente”. Más adelante reclama que en el epicentro de una crisis educativa y social, o en medio de la tensión y el miedo que han generado la violencia y la inseguridad que tan mediocremente ha combatido, la única transformación posible no transita por el camino del progreso sino por el sendero del desamparo, el abandono y la miseria.
Pero este tipo de reclamos poco le importan al Presidente de la Republica pues sigue asegurando que el “amarillismo del conservadurismo en México” compara la cifra de muertos con la de otros países, en referencia a una nota que señala que el país ha superado la mortalidad de Francia, y se dio el lujo de grabar un video en el que afirma que la población de España y Francia es menor a la de México. Bien dicen por ahí que justificación no pedida es lo mismo que culpabilidad manifiesta, y lo que pretende hacer con sus comparaciones el habitante de Palacio no es más que evadir la culpa por su detestable estrategia para enfrentar la pandemia.
Hasta ahora la errática forma de combatir el coronavirus ha sido su “"detente enemigo que el corazón de Jesús esta conmigo”, lo que no pasa de ser una salida estúpida en la que muestra y demuestra; qué poco aprecio tiene por la vida de los mexicanos, y seguramente su conciencia no tendrá daño alguno porque al cinismo nunca le han importado los demás, cuando lo único que siempre busco fue llegar al poder con la misión de destrozarle la vida a quienes nunca comulgaron con él.
Las leyendas negras que de su comportamiento violento se han reseñado quedan pequeñas ante su capacidad para destrozarle la vida a los mexicanos. Con la desaparición del seguro popular que dejó a las puertas de la muerte a infinidad niños con cáncer. Aunque diga que tiene la conciencia tranquila, el recuento de sus fechorías quedará registrado en la negra historia de su paso por un gobierno fallido desde la Presidencia de la Republica. Al tiempo.
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