Camino al desastre

Sin lugar a dudas no hay buenas noticias, y lo peor es que tampoco existen certezas. La confianza comienza a desaparecer y sin remedio se convertirá en algo inalcanzable para el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Hasta ahora han sido más los yerros que los aciertos, los desatinos que los éxitos, las excusas que los resultados, y las decisiones equivocadas se han vuelto el sello distintivo de un hombre que no acierta a desempeñar el encargo de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, hoy en una brutal crisis de polarización y desencanto generalizado. Apenas lleva un año y medio en el poder y la desesperanza cunde por todos los rincones del país. 
 
Nada de lo que señaló en años de campaña ha sido llevado a la realidad porque no sabe cómo hacerlo, y el único descubrimiento que ha tenido es que no es lo mismo criticar que ser criticado, cumplir que ofrecer, conducir el destino de más de ciento veinte millones de mexicanos sin sobresaltos, y mantener el rumbo de un país que confió en él porque su vocación por la democracia sigue vigente, y aspira a seguirla utilizando como el principal instrumento para la renovación constante de los proyectos sexenales que mandata el cuerpo Constitucional que desde mil novecientos diecisiete hemos construido y mantenido vigente como nación soberana.
 
Por desgracia para todos los mexicanos la incertidumbre ha sido la constante desde hace poco más de año y medio, y al paso que vamos tenemos que reconocer que las equivocaciones han sido costosas aunque poco le ha importado, porque hace bastante tiempo se acostumbró a que su personalísima voluntad debía estar por encima del interés general, ya que su proyecto consistía en primero el, después el, y posteriormente el, sin importar todo lo demás, y mucho menos el bienestar de la gente, esa que engaña y utiliza todos los días para sus fines personales que no son otra cosa que la acumulación de poder. Lo cierto es que hasta ahora hemos transitado por el periodo de incertidumbre más largo de nuestra historia reciente. 
 
A su llegada a la Presidencia de la Republica, de la nada surgió un desabasto de gasolina presuntamente para evitar el fenómeno del huachicoleo, y provocó por su falta de pericia una de las tragedias más brutales que hemos presenciado los mexicanos que henos tenido que lamentar la muerte de ciento treinta y siete mexicanos en la tragedia de Tlahuelilpan, que dejaron en la orfandad a ciento noventa y cuatro niños. Pese a ello, el robo de combustible sigue viento en popa. Después vendría el desabasto de medicinas, pero sobre todo, la muerte de cientos de infantes con cáncer por la supresión del Programa del Seguro Popular que les garantizaba medicamentos al menos para paliar los dolores de la enfermedad. 
 
Posteriormente utilizaría a las Fuerzas Armadas para crear al igual que los gobiernos populistas del Continente una Guardia Nacional que solamente ha cumplido la exigencia del Presidente Donald Trump de detener a los migrantes centroamericanos. Cuando el mandatario estadounidense señaló que construiría un muro en la frontera con México, nunca pensamos que lo llevaría a cabo en la frontera sur del país, utilizando a esa Guardia Nacional para evitar que la migración siga llenando de menesterosos el muro fronterizo en la colindancia con Estados Unidos. Otorgó asilo al mayor proveedor de Coca del Continente, Evo Morales, base de lo que conocemos como la cocaína que el Cartel de Sinaloa se encarga de trasladarlo al mayor mercado de consumo en el mundo. 
 
Cuando se llevó a cabo el operativo en Culiacán para detener al heredero del mayor narcotraficante de todos los tiempos, dio la orden de que lo dejaran libre violando la Constitución, desatándose una ola la violencia que ha costado más de cincuenta y tres mil asesinatos. Lo peor es que la economía ha sido un fracaso y ha llevado a la miseria a cerca de diez millones de personas, y ahora tenemos que soportar que se haya gastado irresponsablemente el Fondo de Estabilización y nadie ha querido comprar el avión Presidencial. Ni qué decir de la cancelación del Aeropuerto provocando pérdidas por más de ciento cincuenta mil millones de pesos. Como colofón, la estúpida conducción de la pandemia que hasta ahora ha provocado más de treinta y dos mil muertos, y más de doscientos sesenta y ocho mil casos confirmados. Tétrico, no? Al tiempo.
 
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