Pese a la siembra de la esperanza que es el oficio más recurrente de Andrés Manuel López Obrador, por desgracia para este país no hay buenas noticias por el momento. Es más, la debacle está a la vuelta de la esquina por el manejo irresponsable que ha hecho el Presidente de la Republica del dinero que los mexicanos aportamos vía impuestos para el sostenimiento del gasto público y el hasta ahora ineficiente aparato burocrático. Para decirlo más claro, el desastre tiene nombre, y es el mismo de quien prefirió habitar un Palacio más acorde a sus ínfulas de prócer que una casa presidencial.
Por lo pronto la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos anuncia que este año el país tendrá un grave desplome en el Producto Interno Bruto, es más, quizás sea el mayor entre los países que lo integran. Para decirlo más claro, el desplome alcanzaría según estimaciones el 10.2 por ciento, lo que garantizaría que alrededor de diez millones de mexicanos entrarían a la franja de pobreza, lo que desde luego significa un desastre para los más de ciento veinte millones de habitantes con que cuenta este país.
Lo peor es que esta peculiaridad confirma la tesis de muchos especialistas del tema económico, que de forma reiterada han señalado que uno de los capítulos más importantes del proyecto de la Cuarta Transformación es el empobrecimiento generalizado, buscando incrementar así la dependencia de los mexicanos a través de las dádivas oficiales, y asegurar la permanencia del proyecto populista que hasta ahora ha venido construyendo quien ocupa la Presidencia de la Republica. Para decirlo más claro, de ganar el Movimiento de Regeneración Nacional la elección intermedia, la dictadura estará a la vuelta de la esquina.
De acuerdo al ajuste trimestral, por lo que corresponde a los pronósticos del Producto Interno Bruto que realiza la OCDE, el hundimiento de la economía mexicana solamente será superado por los que registrarán Argentina, con un menos 11.2 por ciento, Sudáfrica con un menos 11.5 por ciento, e Italia con un 10.5 por ciento. Por cierto, habrá un empate con la India que decrecerá lo mismo que nosotros, es decir un 10.2 por ciento. Eso nos augura momentos difíciles para los mexicanos, aunque el presidente lo observe con optimismo porque esa es la función primordial de un populista.
Y mucho tiene que ver el manejo que se ha hecho de la pandemia del Coronavirus por el impacto de las medidas de distanciamiento social, y la destrucción del empleo por consecuencia, así como el aumento de la informalidad como salida de las familias para paliar la desgracia económica, y desde luego la fabricación de pobres, empresa en la que se ha convertido en un experto el Mandatario Mexicano porque esa es una de las partes más importantes del “proyecto Bolivariano” que ha copiado principalmente a Venezuela y al sátrapa que tienen por Mandatario, ya que el mismo lo ha mostrado y demostrado públicamente.
Hasta ahora la Hacienda Pública no cuenta con una base gravable sólida, y el país ya no cuenta con los recursos petroleros de antaño, por el contrario, ahora se hacen inversiones inútiles como la inviable Refinería de Dos Bocas, cuya única explicación es que de ahí saldrán los fondos necesarios para la implantación del régimen al que el señor López Obrador aspira, y que no es otro que la Venezolanizacion de todos los mexicanos. Y vaya que en este propósito el señor López Obrador camina hacia el éxito. La mala noticia es que las previsiones auguran al menos tres años más de dificultades económicas, con lo que el desastre pudiera ser la posibilidad de que para la elección intermedia se conforme un frente en el que participen las oposiciones y la sociedad civil. De no hacerlo él hambre será la constante en todos los rincones del país. Al tiempo.
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