Sin lugar a dudas la gestión de la crisis del coronavirus ha sido un desastre en este país. Y no se trata de denostar las capacidades de nuestros profesionales de la medicina, porque habrá que señalar que el resultado hasta ahora obtenido es parte de la poca importancia que para Andrés Manuel López Obrador tiene la vida de los mexicanos.
Cualquier gobierno que se precie de servir a la gente pone por encima del interés económico la vida de los ciudadanos, pero por desgracia en México tenemos un gobierno que abdica de sus responsabilidades más importantes.
La mendicidad del inquilino de Palacio Nacional no tiene límites, porque quitar el presupuesto designado para la atención de los niños con padecimientos de cáncer mostró que el interés de la mal llamada Cuarta Transformación no está en la salud, sino en incrementar los apoyos que se entregan a través de los llamados programas sociales para contar con votos suficientes que les permitan dominar la elección intermedia y consolidar el proyecto “bolivariano” que busca a toda costa imponer el Presidente de la Republica.
La Secretaria de Salud dio a conocer que hasta ahora se han contabilizado más de ochocientos diecisiete mil casos positivos de coronavirus, y el horror es que uno de cada diez pacientes muere. Y claro está que eso poco les importa a quienes por ahora ejercen gobierno, porque la salud pública nunca ha estado entre sus prioridades. Lacerante realidad es que en los hospitales públicos ni siquiera existen los materiales básicos para la atención de los sectores más empobrecidos.
Los mexicanos tendremos que estar atentos al manejo discrecional que seguramente le dará Andrés Manuel López Obrador al dinero que concentro al desaparecer los distintos fideicomisos que durante mucho tiempo realizaron una importante labor, al descentralizar gran parte de las tareas de la Administración Pública. Los gobiernos populistas del Cono Sur del Continente han hecho exactamente lo que ahora está haciendo López Obrador, y el resultado será el mismo, es decir que en el corto plazo estaremos ante el empobrecimiento de la mayor parte de los mexicanos.
Negro destino nos espera si los partidos de la oposición no construyen una alianza que fomente el balance de los fuerzas políticas representadas en la Cámara de Diputados, y lo óptimo sería que esa alianza pudiera realizarse en lo inmediato para evitar que el tiempo se les venga encima a la hora de definir prioridades. Pero sobre todo, la forma en que serán seleccionados los presuntos candidatos que en su mayoría debieran ser eminentemente ciudadanos para que la gente los acepte y los vote. De no lograr esa alianza el destino se tornara más negro de lo que imaginamos.
Si el Movimiento de Regeneración Nacional gana la mayoría en la Cámara de Diputados en año venidero, podemos tener la seguridad de que Andres Manuel López Obrador se convertirá en un dictador. Las consecuencias de esa eventualidad serán catastróficas, y el México de las libertades solamente será un referente del pasado. La concentración de ciudadanos en el Zócalo de la Ciudad de México es una muestra de que la sociedad civil organizada ha rebasado a los partidos políticos, pero tendrán poco tiempo para reorganizarse y darse la oportunidad de conformar un gran frente que rescate a México de las redes del populismo. Al tiempo.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en periodismo.