Si de algo podemos acusar al Presidente de la Republica es de su infinita capacidad para desviar la atención de los problemas prioritarios del país. Y su mejor ventana siguen siendo las conferencias mañaneras, porque mientras distrae y mueve la atención de los mexicanos hacia temas intrascendentes,
está tomando decisiones que siguen la misma trayectoria que se hizo en Venezuela y en diversos países del Continente que han abrazado al populismo como sistema de gobierno. Y esa circunstancia es lo que tenemos que valorar y evitar para mantener vigentes nuestras libertades.
Hasta ahora la principal estrategia que han seguido los países del sur del Continente es el empobrecimiento de los pueblos para evitar que sigan manteniendo el libre albedrío que por norma Constitucional nos hemos ganado los mexicanos a través de las diversas luchas con la España imperial, las diversas invasiones de Franceses y Norteamericanos, la etapa conocida como la Revolución Mexicana, el establecimiento de nuestra democracia participativa, y ahora nuestras divergencias como sociedad.
Si de algo podemos estar seguros es que Mexico ha cimentado su democracia en la participación plena de los ciudadanos, y aunque muchos escritores y autores afirman que la historia se repite a causa de las ambiciones del poder, pareciera que estamos en una de esos episodios donde los excesos nos confrontaron y tuvimos que dirimir los razonamientos después de intensos hechos armados que constan en la historia del México que hemos logrado construir pese a todos nuestras vicisitudes.
Aunque muchos no quieran observarlo así, hoy la nación está en riesgo a causa de las ambiciones de poder de un hombre que ya mostró el rostro del autoritarismo, y que decidió caminar hacia el establecimiento de un régimen totalitario en el que todos los habitantes estén sujetos a normas de comportamiento con el consiguiente demerito de las libertades que aún conservamos, y que estamos obligados a luchar por su permanencia dentro de la validez de la norma jurídica fundamental. Para decirlo más claro, solamente el ejercicio pleno de nuestro sistema democrático podrá evitarlo.
Si de algo se ha encargado el actual Presidente de la República es de mantener viva la confrontación entre los mexicanos dividiéndonos nuevamente, como ocurrió en el pasado, entre conservadores y liberales. Esa perversa distinción es la que nos mantiene ocupados como sociedad a la vez que aprovecha la mayoría parlamentaria para seguir intentando la implantación de un régimen como ha ocurrido en diversos países del sur del Continente, donde se han establecido férreas dictaduras a través del empobrecimiento generalizado y la dependencia de programas asistenciales.
La única oportunidad que tendremos los mexicanos de todas las latitudes es el rechazo en las urnas en la elección venidera, y aunque el aparato del Estado se volcará a conseguir los propósitos de Andrés Manuel López Obrador por establecer una dictadura, estoy seguro de que los mexicanos hemos madurado lo suficiente como para evitar que nuestra democracia se convierta en un infierno con un régimen populista y arbitrario. La desmesura y la ambición de quien ocupa Palacio Nacional es similar a la de hombres que en el pasado provocaron un brutal daño. En México no queremos una negra etapa como la que encabezó Victoriano Huerta. Así de simple. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en periodismo.