Sin lugar a dudas estamos viviendo y enfrentando uno de los mayores retos que tiene la humanidad. Y no es algo menor, porque si en el pasado provocaron una brutal mortandad,
ahora es el comportamiento de la gente lo más importante para evitar incrementar el número de víctimas por el coronavirus, porque hasta ahora no existe una vacuna certera para combatirlo, pero sobre todo pareciera que la conciencia social tiende más al relajamiento antes que a salvaguardar la salud.
Quiero señalar responsablemente que conozco a mucha gente que piensa que todo esto es un invento para diezmar y disminuir a la población del mundo que hasta ahora mantiene un brutal alza que en el poco tiempo habrá de convertirse en un problema a causa de la pobreza y la concentración de capitales en pocas manos, pero lo único cierto es que por mucho que realicemos suposiciones nuestra realidad indica que solamente la responsabilidad de cada uno es la que podrá sacarnos avantes e indemnes.
Si en algo tenemos que profundizar es en en la conciencia pública, pero por desgracia hasta ahora quien se encarga por parte del Gobierno Federal de dar la cara todos los días, no es más que un charlatán que al igual que muchos de los principales integrantes del gobierno que piensan que los mexicanos somos idiotas para avalar las estupideces que ellos mismos protagonizan. Insisto, ha sido la propia conciencia popular la que ha evitado mayores daños al género humano.
Ni que decir del irresponsable “"Cotorro Mañanero” que tenemos a cargo de la conducción de este país, a quien le importa un comino lo que pase con los mexicanos siempre y cuando su proyecto bolivariano siga avanzando. Y lo digo con mucha responsabilidad, porque Andrés Manuel López Obrador piensa que como en toda batalla, algunos tendrán que pagar los costos del triunfo. Qué bueno que van a traer un millón de vacunas, pero que malo que la mendicidad no les haga ver que no servirán ni siquiera para inocular al uno por ciento de la población.
Pero también habrá que puntualizar que quienes están en primera línea de exposición son aquellos que tienen que salir a procurar el sustento diario de los suyos, porque hasta ahora no hay una vacuna que sea efectiva para desaparecer el hambre ni para desaparecer la necesidad que hoy se presenta entre los sectores más empobrecidos, que por desgracia, y lo sigo con mucha responsabilidad, han sido condenados a su suerte por un gobierno al que poco le importan las víctimas cuando de capitalizar un proyecto se trata.
Como siempre, tendremos que ser nosotros mismos, los mexicanos de todos los rincones del país, quienes insistamos en la protección que genera el cubrebocas hasta en tanto no exista la certeza que alguna de las vacunas inoculen al cien por ciento al género humano, pero sobre todo, que se permita la fabricación masiva de ellas. Y me voy a permitir hacer una inserción que a muchos no gustara: tengo un amigo de varios años que se llama Federico Cruz, uno de los mejores iridólogos que existen en México y cuyas recetas son a base de hierbas. Lo consulté para hacer algo que previniera, y me dijo que tomara te de canela y clavo por la mañana y la noche para reforzar la parte alcalina del cuerpo. Una rajas de canela y tres clavos por porción. Hasta ahora así lo he hecho, y por fortuna pese a mi diabetes y mis cuidados, no he padecido la enfermedad. Ahí se los dejo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en periodismo.