Por mucho que se repita que las cosas van bien, nuestra realidad indica que el fracaso está a la vuelta de la esquina. Una de las promesas que tanto vertió quien ocupa la Presidencia de la Republica fue que no endeudaría al país como lo hicieron los gobiernos neoliberales, pero ante la circunstancia de que hasta ahora no ha habido el crecimiento anunciado, que no el esperado,
a lo que hay que sumar la profundización de la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus, el distintivo de este segundo año de ejercicio gubernamental será la deuda histórica que hasta ahora alcanza una cifra superior a los doce billones de pesos de acuerdo con los datos aportados por la propia Secretaria de Hacienda y Crédito Público.
Hace dos años, cuando Andrés Manuel López Obrador tomó protesta como Presidente Constitucional de Los Estados Unidos Mexicanos, la deuda pública del país se ubicaba sobre los 10.55 Billones de Pesos, pero en el año de 2019, el saldo se elevó hasta los 10.87 billones de pesos. Para el primer semestre del segundo año de ejercicio presupuestal la deuda total del país se elevó a 12.07 billones de pesos. Esto quiere decir que la deuda se incrementó en 1.5 Billones de pesos. Habrá que decir que un billón de pesos es la nada despreciable suma de un millón de millones de pesos. Así las cosas con la “"Austeridad Republicana” implementada por el actual gobierno.
Haciendo un balance entre la relación del Producto Interno Bruto y el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público, este último representó un 44.85 por ciento en el dos mil dieciocho, y mantuvo el mismo nivel en el 2019, pero en el primer semestre de 2020 se elevó hasta el 52.10 por ciento del Producto Interno Bruto, lo que quiere decir que la deuda se incrementó en 7.25 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto, según las estadísticas proporcionadas por la propia Secretaria de Hacienda y Crédito Público. Lo peor de todo es que de acuerdo a las proyecciones presentadas por Arturo Herrera, dicho saldo histórico se ubicará en 12.83 billones de pesos, lo,que significa el 55.4 del Producto Interno Bruto.
Como lo ha señalado el Presidente de la Republica en infinidad de ocasiones, “vamos muy bien”, pero hacia el precipicio económico. Esta circunstancia habla que el mantenimiento de los onerosos programas sociales pudieran en un momento dado generar una severa crisis económica porque hasta ahora no se ha invertido en la generación de infraestructura, y mucho menos en los apoyos directos a las áreas generadoras de trabajo para paliar el uso de las finanzas públicas y seguir así, manteniendo los programas sociales.
Esa es la parte negra y oculta de la disposición de los caudales públicos y el endeudamiento del país que hasta ahora ha mostrado Andrés Manuel López Obrador como principal proyecto gubernamental, quien pareciera no entender mucho de administración y si de ganas de disponer de los recursos públicos para la satisfacción de sus principales proyectos populistas que le aseguren ganar la elección intermedia para mantenerse indefinidamente en el poder.
El futuro de este país y de los mexicanos en general se torna incierto ante un gobierno sin rumbo definido que solamente está a la disposición de quien detenta la Presidencia de la Republica. Los incentivos a la inversión privada quedaron en el pasado, y la inversión pública solamente será utilizada para la generación de dádivas con la finalidad de incrementar la cooptación de esos hombres y mujeres que antes que proporcionarles un destino certero a través de la creación de empleos, estarán a merced de los designios del hombre que emplea el dinero de los mexicanos en sus caprichos personales. Pero como dicen por ahí, el juicio de la historia lo colocará en el lugar que merece. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en periodismo.