Muchas cosas ocurren cuando de analizar los resultados de quienes gobiernan se trata, porque en este país el arte del ocultamiento de datos ha sido muy exitoso y cínico a la vez. Y habrá que decir que en México somos una de las naciones que menos revisiones práctica acerca de los resultados de las administraciones públicas en los tres órdenes de gobierno, y eso se convierte en un remanso de tranquilidad para la bola de pillos que pululan por todos los rincones de las esferas gubernamentales de los tres ordenes de gobierno.
Quizá por ello los índices de corrupción son tan altos e impunes, porque la laxitud de las leyes y de los procedimientos penales provocan que la justicia sea lenta y selectiva. Y con esto quiero señalar que los jueces en muchas ocasiones se dejan llevar por las instrucciones que desde el poder público les envían, contraviniendo con ello la independencia y autonomía que en la letra constitucional existe, pero que en la deleznable práctica se convierte en moneda de cambio cuando de establecer lazos de corrupción se trata.
Para decirlo más claro, aunque vivimos en un régimen de separación de poderes, la única certeza que podemos tener es que el Ejecutivo siempre tenderá a manipular a sus presuntos iguales por la simple y sencilla razón de que cuenta con mayores recursos y atribuciones para el desarrollo de sus capacidades operativas, pero más que nada, para alcanzar acuerdos mediante presiones presupuestales, lo que ha provocado un grave proceso de hegemonización que rompe con las aspiraciones constitucionales de los integrantes del Congreso de 1917, y por consiguiente, veda derechos que están en la letra de la ley.
Un claro ejemplo de ello es la decisión Presidencial de que Jorge Alcocer, titular de la Secretaria de Salud, haya anunciado la entrega de apoyos económicos para cubrir gastos funerarios de las víctimas del Coronavirus. Pero también hay que puntualizar que para para darle mayor teatralidad a la decisión, el funcionario señaló: “todos hemos sufrido en un mayor o menor grado” las consecuencias de la emergencia sanitaria, por lo que el gobierno buscará ayudar a los más afectados.
Qué bueno que el Presidente de la Republica comience a condolerse de los familiares de los más de cien mil personas que han fallecido, aunque los especialistas consideran que el gobierno oculta cifras y que hasta ahora se suman más de doscientos cincuenta mil muertes. Tampoco se dijo cuál sería la cantidad que se aportaría a los familiares, pero tomando en cuenta lo miserables que han sido los principales miembros de la mal llamada Cuarta Transformación, no creo que los apoyos sirvan siquiera para un decoroso entierro de los mexicanos muertos por la incompetencia de su gobierno.
El problema de este país es que mientras el Presidente siga negándose a poner el ejemplo, la gente seguirá por imitación su estúpido comportamiento. Pero también hay que decir que este tipo de apoyos no sirven de nada, porque se pudieron evitar muchas muertes si la esfera gubernamental se hubiera responsabilizado de estructurar campañas de comunicación para prevenir el contagio. Y los peor de todo es que el mismo Andrés Manuel López Obrador cometió la idiotez de aconsejar a la gente que se abrazaran, que no pasaría nada. Ahí están las consecuencias de la estupidez presidencial, más de ciento tres mil muertos. ¿Es justo tener un Mandatario así?, desde luego que no, y esto nos tiene que enseñar que la estupidez está en todos lados. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en periodismo.