Sin lugar a dudas el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador tiene muchas inconsistencias, y quizá lo peor es que no existe un rumbo definido que responda a una estrategia formada y conformada por acciones que le cambien el rostro,
el rumbo y la dirección a una pretendida Cuarta Transformación que no termina de cuajar ni siquiera en el ánimo de aquellos que se inscribieron en el Movimiento de Regeneración Nacional con la esperanza de un cambio trascendente que hasta ahora se ha quedado en una lista de ocurrencias mañaneras sin ton ni son, y que hasta ahora no pueden considerarse parte de una estrategia de gobierno.
Su adhesión a los intereses electorales de Donald Trump surgió por la similitud de proyectos que encabezaron, claro está con sus marcadas diferencias, porque una cosa es hacer populismo en el primer mundo como lo hizo el Presidente Estadounidense, quien por cierto fue derrotado, y otra lo es intentando copiar el discurso y la operación política y social que se ha instaurado en Venezuela entronizando como modelo de vida la miseria, y que en el ámbito tercermundista ha propiciado una serie de ambiciones de poder entre aquellos que se sienten autorizados para hacer lo que les venga en gana con la gente.
El triunfo de Joe Biden se veía venir, sobre todo porque la mayor parte de los norteamericanos estaban hartos y hastiados de los desplantes del hombre del copete sobrepuesto que todo lo sabía, que todo lo resolvía, y que todo lo ofrecía, claro está que con un populismo distinto al de los países del hemisferio, porque una cosa es hacer populismo en el país más poderoso del mundo, con una calidad de vida de primera, y una preparación académica similar, y otro en un país tercermundista, con la mitad de sus habitantes en la pobreza, y con una brutal carencia de preparación en la mayor parte de su gente.
Andrés amenizó López Obrador no ha querido felicitar al Presidente Electo de Estados Unidos porque hasta ahora no existe la constancia por escrito de su triunfo, aunque el Colegio Electoral haya declarado candidato ganador al Demócrata, y me parece que eso no es más que un desplante equivocado de poder porque si bien es cierto que los norteamericanos no han hecho reclamo alguno, también lo es que en cualquier momento pudiera surgir una diferencia que empantane la relación bilateral por una actitud de mal cálculo por parte del mandatario mexicano.
Desde luego que el respaldo que el tabasqueño le manifestó a Donald Trump, quien hasta las plumas de plástico le obsequió cuando ambos firmaron el adendum del Tratado de Libre Comercio, lo ha posicionado ante el equipo del Presidente Biden como un adversario ideológico que ha preferido alinearse a quienes desafían el poderío norteamericano en el hemisferio, y que han optado por mantener la doctrina comunista que entronizó Fidel Castro, y que Hugo Chávez utilizo con el aggado del populismo que todo lo ofrece y que nada cumple, pero que mantiene en la esperanza a los pueblos.
Esa ha sido la habilidad de López Obrador, generar esperanza, pero también tendrá que situarse en la realidad de que tenemos una frontera de más de tres mil kilómetros con la primer potencia mundial, ahora en vías de ser gobernada por un adversario ideológico con en que podría tener severas diferencias que por fuerza afectarían nuestro país. Claro está que López Obrador se siente tanto o más poderoso por el apoyo de los hombres y mujeres que se han sumado a su proyecto, pero debiera entender que los Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en periodismo.