Falta mucho para que termine la pesadilla que hace dos años inicio Andrés Manuel López Obrador. Hasta ahora no existen resultados tangibles acerca de ese cambio que prometió y que marcaría un antes y un después en la historia de este país, como aseguró muchas veces. Y habrá que señalar que efectivamente está construyendo ese antes y ese después al que siempre se refirió en las disertaciones públicas de su peregrinar por todos los rincones del país, porque todo le ha salido mal, y al paso que va su gobierno se convertirá en uno de los mayores desastres que registre la historia patria.
Un ejemplo basta para dimensionar a quien por ahora dirige los destinos del país, y es que muchas veces dijo que alcanzaríamos el primer mundo en materia de atención médica y hospitalaria porque llegaríamos a tener una infraestructura como los países nórdicos, y se dio el lujo de mencionar a Noruega ya Dinamarca. Pero nuestra lamentable realidad nos muestra que no tan solo no hemos avanzado en ese rubro, sino que hemos retrocedido por la simple y sencilla razón de que ni siquiera hay abasto de medicamentos y la población tiene que comprarlos cuando la promesa fue otra.
Y eso también quiere decir que Andrés Manuel López Obrador es un mitómano compulsivo, un hombre al que le gusta mentir todos los días para justificar su carencia de resultados, y se afana en acusar a los demás de los desastres que el mismo ocasiona, y que adjudica a los de antes, como es su estilo, porque en al hora es distinto y ya no existe la corrupción, aunque muchas veces se le haya demostrado la vocación que tienen sus principales allegados para alcanzar el sueño de la riqueza fácil y el saqueo que el mismo está organizando en la mayor orate de las dependencias públicas.
Hasta ahora ningún presidente de la República había sido tan vulgar para asaltar los caudales públicos, esos que pertenecen a los mexicanos y que aportamos vía impuestos para el sostenimiento del aparato burocrático y para propiciar inversiones que logran el detonar el crecimiento que beneficie a los mexicanos de todos los rincones y de todas las latitudes del país. Muchos problemas tendrán el tabasqueño si en la elección intermedia las oposiciones alcanzan la mayoría parlamentaria, porque habrá una feroz y minuciosa revisión de los recursos aplicados, esos de los que no ha querido rendir cuentas por la complicidad de los diputados de Morena y sus satélites.
Mientras eso ocurre, antes de buscar alianzas para detener la barbarie administrativa que encabeza López Obrador, los tricolores, blanquiazules y amarillos, se han dedicado a la simple observación de los acontecimientos porque no tienen ni siquiera idea de lo que deben hacer para rehabilitar su militancia y buscar la manera de evitar que la circunstancia actual se prolongue indefinidamente. La expansión del populismo es la principal ruta de organizaciones como es el caso del Movimiento de Regeneración Nacional, cuya principal meta es la repartición de la pobreza y la concentración de la riqueza en manos de la tiranía.
Si de algo no se deben olvidar quienes han radicalizado su discurso contra aquellos que no militan en la mal llamada Cuarta Transformación, es que el tiempo es inexorable, y hasta ahora el proyecto implementado por López Obrador ha fracasado, pero lo peor es que ya no cuentan con credibilidad en la mayor parte de los mexicanos, y eso augura tiempos difíciles no tan solo para el Presidente de la República, sino también para quienes con sus excesos se han dedicado a sembrar el odio. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en periodismo.