Sin lugar a dudas al Presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador, no le gusta el ejercicio periodístico que se realiza en el país. Y quizá el motivo principal es que hasta ahora quienes hacemos el análisis de las decisiones del ejercicio del poder hemos externado nuestra preocupación por la forma tan deleznable en que ha utilizado el Poder del Estado Mexicano para censurar a quienes lo critican, presionando a los empresarios para que despidan a quienes se han atrevido a cuestionar sus decisiones al frente del Gobierno Federal.
Los cierto de todo es que la censura ha sido constante durante estos dos años de ejercicio gubernamental, y hasta ahora son muchos los episodios de amenazas, sanciones, dicterios, acusaciones sin fundamento, y las reseñas acerca de quienes de una u otra manera criticamos actitudes, decisiones, desplantes, fallos, errores, excesos, y decisiones equivocadas en el ejercicio del poder. Nunca una circunstancia tan absurda se había presentado después de que logramos la plenitud democrática cuando establecimos órganos autónomos para evitar el avasallamiento por parte del Estado.
Hoy la censura es una lamentable realidad. De forma soterrada el régimen encabezado por López Obrador se ha dado a la tarea de acallar las voces críticas. Si mal no recuerdo, José López Portillo se quejó alguna vez en uno de sus discursos públicos señalando que no pagaba para que le pegaran, pero también hay que decir que no pasó de un simple reclamo público porque nunca hizo algo para que los dueños de los medios de comunicación despidieran o separaran a periodista alguno, como sí ha ocurrido con el actual mandatario.
Aquel que siempre se dijo “demócrata”, es el mismo que utilizaba la diatriba en contra de los gobernantes en turno y a quienes epitetaba de forma grotesca para descalificarlos en todas sus arengas en ese peregrinar de años a lo largo y ancho del territorio patrio. Ese hombre es ahora el que se ofende ante la menor critica, y lo peor de todo, es que siempre tuvo el privilegio de la libertad de expresión, esa que ahora no le gusta y por lo mismo se ha encargado de pedir sin pudores la salida de muchos compañeros de los medios de comunicación.
Esa circunstancia es la que confirma el talante autoritario que tantos describieron cuando abordaban y relataban sus peripecias verbales en sus acostumbrados mitines en cada una de las ciudades o poblados que recorría. Hoy la realidad lo pinta tal cual, porque son muchos los periodistas que han tenido que dejar su trabajo ante la petición de la separación de los periodistas que le son incómodos. Presumir en las mañaneras que siempre ha respetado la Libertad de Expresion no es más que un recurso retórico, porque la realidad indica lo contrario.
Quizá ya no recuerda que fuimos nosotros, los periodistas, quienes nos encargamos de dar a conocer sus disertaciones públicas, y que esos medios de comunicación a los que ahora pretende sojuzgar fueron el mejor recurso para alcanzar su más preciado anhelo: alzarse con la Presidencia de la Republica. Por eso resulta inexplicable su tendencia a descalificar a quienes de una u otra forma hemos criticado sus decisiones como Mandatario, porque hacíamos lo mismo con sus antecesores y lo seguiremos haciendo una vez que cumpla su periodo. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.