Doña Felipa y Don Manuel

Bien dicen que el que nunca tuvo y quiere tener, loco se puede volver, y eso es lo que ha venido ocurriendo en muchos de los principales actores de la mal llamada Cuarta Transformación, porque no siquiera se asemeja a los movimientos que nos permitieron edificar esta patria tan lastimada a la que seguimos venerando porque de ella nacimos y aquí seguiremos haciendo nuestras vidas, aunque le pese a esa pléyade de aventureros que les ha dado por glorificar a la mal llamada cuarta transformación,

porque hasta ahora ni es transformación, y mucho menos se puede equiparar a los movimientos de la Independencia, o la etapa conocida como La Reforma, y la Revolución Mexicana.

Hasta ahora lo único que hemos visto es la puesta en marcha de un gobierno que no tiene rumbo ni dirección, y tampoco un proyecto para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, por el contrario, hasta ahora los resultados hablan del empobrecimiento de una importante franja que pasó de ser clase media y para insertarse en esa amplia gama de pobres que cada día reclama atención de parte de un gobierno que todo lo que pretende disponer, y que solamente vierte engaños a través de quién encabeza el Gobierno Federal en las mal llamadas conferencias mañaneras, que no son otra cosa que procesos de ideologización para tratar de que los mexicanos entiendan que es mejor vivir en la pobreza que tener y mantener aspiraciones de progreso.

Una de las peores decisiones de Andrés Manuel López Obrador ha sido endeudar al país disponiendo de préstamos por más de dos mil doscientos millones de dólares que hasta ahora no sabemos en qué los aplico, y mucho menos los resultados o los beneficios de dicha inversión. Así se las gasta el inquilino de Palacio Nacional, como lo hiciera cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, disponiendo de enormes cantidades de dinero sin rendir cuentas a nadie, porque procedió a encriptar la información durante muchos años para evitar la rendición cuentas .

No tan solo han sido los hijos los que han amasado una cuantiosa fortuna con negocios inmobiliarios en la Ciudad de México, amparándose en una supuesta cervecera que ni siquiera tiene productos en los mercados y una chocolatera inexistente. Ni que decir de su hermano Pío, quien se ha dedicado a embaucar empresarios prometiéndoles jugosos negocios como un vulgar aventurero solapado por quien todos los días presume su honestidad aunque las evidencias que conocemos los mexicanos digan lo contrario.

Menudo lío armo Doña Felipa Guadalupe Obrador Olan, prima presidencial, recibiendo contratos por adjudicación directa en los últimos dos años por parte de la Paraestatal Pemex, es decir en la administración de su primo, que suman más de trescientos sesenta y cinco millones de pesos. Y desde luego que contó con el apoyo del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien después de niño ahogado intenta tapar el pozo disponiendo que se haga una investigación en la que seguramente saldrá con que todo fue mediante concurso y que se le adjudicaron los contratos con todas las de la ley.

Los mexicanos no podemos ni debemos cerrar los ojos ante las atrocidades y latrocinios que ha venido cometiendo y permitiendo a Andrés Manuel López Obrador para favorecer los negocios de sus familiares y sus más allegados colaboradores. La mal llamada Cuarta Transformación no ha sido más que un eslogan en el que se ha escudado Andrés para diseminar la riqueza y las rentas públicas del país en pocas manos, principalmente ente sus apreciados parientes. Si mal no recuerdo, durante toda su vida solamente ha trabajado ocho años, seis cuando fue Jefe de Gobierno, y los dos que lleva como Presidente de la Republica, pero la riqueza que ha acumulado es de una cuantía brutal que lo convierte en uno de los hombres más ricos del país. Así de simple. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.