Ruindad Presidencial

Si de algo podemos acusar al gobierno encabezado por Andres Manuel López Obrador es de la densa opacidad con la que se ha conducido desde su llegada al poder. Aquel que siempre fustigaba a sus antecesores por su proclividad al ocultamiento de datos es ahora el maestro del engaño con la

disposición de los recursos públicos porque ya no existen mecanismos para diluir muchos rubros que desde su llegada al poder no se han explicado a cabalidad a los mexicanos, que tienen todo el derecho de exigir la obligación transparencia a que obligan las leyes que nos hemos dado para que exista de forma efectiva la rendición de cuentas.

La característica principal de la actual administración es el ocultamiento de los datos como versión oficial y la opacidad en la rendición de cuentas. Señalar que ya se están generando las condiciones para la reactivación de la planta productiva del empleo gracias a los buenos oficios de su gobierno es otra más de las de las mentiras a las que se ha acostumbrado el Presidente de la República, porque no es el gobierno quien produce los empleos, sino la inversión de la iniciativa privada que sigue exponiendo sus capitales sin contar con la certeza de que la esfera oficial propiciará las condiciones para alcanzar el éxito económico. 

La opacidad en el manejo del dinero de los mexicanos es una constante, y el ejemplo más claro que pinta la realidad de esa opacidad es el encriptamiento hasta por cinco años de los recursos que presuntamente se han invertido en la adquisición de vacunas para inocular a los mexicanos de la pandemia del coronavirus. Lo peor de todo es que la propia Organización Mundial de la Salud expuso públicamente la lista de los países que han adquirido las vacunas, y aunque nos cueste creerlo Mexico no está entre ellas, y las pocas que se recibieron fueron de prueba y las demás fueron producto de una donación. 

Ahora la sospecha es que el Presidente nunca estuvo enfermo de Coronavirus porque lo que se buscaba con la pretendida enfermedad era provocar el ““ efecto del desvalido ”para que la conmiseración de los mexicanos lo cubriera con su manto. Mentira o no, una gran parte de los mexicanos han dejado de creer en lo que dice el merolico mañanero intentando justificar el estrepitoso fracaso en que se ha convertido su gobierno y la poca seriedad en la adquisición de vacunas para inocular a más de ciento veinte millones de mexicanos.

Andres Manuel López Obrador se ha convertido en el maestro del engaño, y la versión de que el PRI robo mucho ha dejado de ser efectiva para mantener a los mexicanos engañados y justificar con ello la disposición del dinero público en muchos rubros dejando en la indefensión a los ciudadanos que nunca esperaron que la mendicidad presidencial fuera tan artera con tal de justificar todas las tranzas que día con día hemos ido conociendo. La ruindad y la mendicidad también se ha presentado en los hospitales donde ya no reciben a los enfermos pese a que en las mañaneras se afirma que se está brindando toda clase de servicios a quienes padecen la mortal enfermedad.

La ruindad es ahora la identidad en las mañaneras, porque si algo se ha comprobado es que no hay medicinas, ni camas, ni oxigeno en los hospitales públicos. La mezquindad presidencial se presentó cuando en otro de sus desplantes populistas anunciara que el coronavirus se curaba con estampitas religiosas. La ruindad y la mezquindad se presentó cuando se anunció el plan de vacunación sin siquiera haber hecho los contratos para la adquisición de las vacunas. También se es ruin y mezquino dejar morir a los niños con Cáncer por quitarles el presupuesto para su curación, o decir que la pandemia le vino como anillo al dedo a la Cuarta Transformación, y mentir todas las mañanas a ese pueblo noble que lo llevó al poder. Ruin y mezquino es decirse enfermo sin estarlo. Al tiempo. 

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.