Sin lugar a dudas una de las cosas que le sirvió mucho al Presidente de la República fueron las llamadas "mañaneras", ejercicio de comunicación diaria que le permitió informar,
aleccionar, ideologizar, y mantener una comunicación constante con sus adeptos. Pero como dicen por ahí, tanto va el cántaro al agua hasta que se quiebra, y eso parece estar pasando en los momentos en que disminuye su popularidad ante la carencia de resultados tangibles que mejoren el bolsillo de las clases más desprotegidas de nuestro país.
Dicen los especialistas que un mentira repetida mil veces se convierte en una irrefutable verdad, y esa ha sido la especialidad de Andrés Manuel López Obrador, mentir por vocación y engañar por sistema, pero también hay que señalar que por mucho que el engaño persista eso no asegura que se mantengan los niveles de aceptación y popularidad de forma permanente, porque el desgaste que implica la toma de decisiones, y en muchas ocasiones las evidencias de un engaño, terminan por provocar el desencanto generalizado. Y eso le está ocurriendo sin lugar a dudas al merolico de Palacio Nacional.
No se puede negar que todavía cuenta con una fuerte base de adeptos que siguen sus indicaciones sin cuestionar los magros resultados que ha tenido su gobierno, pero a dos años de distancia las cosas han cambiado diametralmente porque la decepción está latente y el desencanto resulta evidente. Las mañaneras ya no representan ese vínculo efectivo y afectivo de comunicación que mantuvo durante mucho tiempo con la mayor parte de los mexicanos, es más, el número de quienes todavía siguen ese ejercicio de todo los días ha disminuido drásticamente.
Los especialistas han determinado que aunque la popularidad del Presidente de la República sigue estando por encima de la media, de no haber resultados estratégicos en materia económica en el corto plazo, que se sienta en el incremento poder adquisitivo de los mexicanos además de la creación de empleos, comenzará a ser duramente criticado porque si algo le duele a la gente es no contar con lo suficiente para la manutención de sus hijos, y ante la carencia de mejores tratos a los empresarios, no habrá formas en el corto plazo para la ampliación en la generación de empleos.
Ante esta circunstancia lo previsible es que la popularidad del Ejecutivo siga a la baja, porque no habrá dinero en suficiencia para ampliar esa base social que ha construido mediante la entrega de dádivas que en nada abonan para construir un futuro en el que se coloque en el centro de un gran proyecto económico la generación de empleos, porque eso lo hacen los empresarios, esa clase productiva a la que ha desdeñado y engañado muchas veces y que muchos de ellos han estado trasladando sus capitales a otras latitudes donde tienen la certeza y la seguridad de que no serán afectados por las disposiciones de un sujeto "mesiánico y populista" que todo lo quiere solucionar mediante predicas que han perdido credibilidad ante sus constantes desatinos.
El panorama es incierto, y eso quiere decir que la generación de empleos a partir de la inversión privada seguirá decreciendo porque no existen condiciones mínimas para generar certeza. Las dádivas que se reparten de forma cínica pretendiendo orientar el voto en la elección intermedia no tendrán el efecto buscado en las clases medias, porque han sido las más agredidas en esos ejercicios mañaneros que cada día pierden adeptos. El desgaste de la popularidad presidencial en los meses siguientes será el verdadero termómetro de lo que ocurrirá en la elección intermedia. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.