La magnanimidad presidencial

Sin lugar a dudas son muchas las cosas que hemos venido padeciendo desde que se nos ocurrió entregarle la dirección de este país al señor Andres Manuel López Obrador, quien hasta ahora sigue intentando destruirlo porque pareciera que esa es la finalidad primaria para después

reconstruir con los despojos una entelequia en la que se asuma como dueño y señor de todos los mexicanos, y cuya magnanimidad permitirá asignar una pequeña despensa semanal porque la suntuosidad tendrá que dejar de ser la aspiración colectiva. Para decirlo más claro, nuestro destino será construido en la pobreza y nunca más la abundancia será para los simples mortales.

Claro esta que en ese paquete no estarán sus hijos porque ellos tienen el permiso de seguir detentando la riqueza porque así lo ha decidido el Bien Amado Camarada Líder, a quien todos debemos respeto y gratitud duradera por la noble patria que ha decidido edificar y consolidar, esa noble patria en la que todos tendremos los mismos derechos y las mismas obligaciones, es decir, a recibir una magra despensa semanal para enseñarnos que la frugalidad es el mejor camino para alcanzar esa paz y tranquilidad de la que tanto nos habla el líder maximo.

Claro esta que la necesidad de seguir manteniendo esa mística tiene un precio, y lo asumiremos con toda responsabilidad porque así lo desea y quiere ““El Magnanimo”, como mucho le gusta que se refieran a el, y no importa el costo que se tenga que pagar porque su palabra se convertirá en ley, y su generosidad en ejemplo perenne para todos los gobernantes del mundo. Este país será la muestra de que cuando los pueblos eligen bien a sus gobernantes, el destino inmediato es la satisfacción generalizada, porque hemos de aprender que la abundancia es pecado, a menos que sea detentada por quienes su derecho de sangre les da la potestad.

No importa lo que se diga acerca de los aviones y los negocios del linaje y estirpe de quien vino a renovar la esperanza de los mexicanos, porque todos sabemos que son la muestra viviente de lo que no debemos hacer, y ellos lo hacen para que nosotros entendamos que los pecados de la ambición están en todos lados, y que debemos cuidarnos dejando de lado esa maldita costumbre de detentar lo superfluo a sabiendas de que a lo único que nos conducirá es a esa mendicidad que tienen los fifís, los enemigos de la 4T, y los agoreros del desastre organizado por los malditos neoliberales.

Que los mexicanos paguemos ciento cuarenta millones de pesos todos los días para que se transmitan a todos los rincones del país las palabras que vierte el magnánimo, esas que destilan sabiduría y le llegan a lo más hondo del alma a los millones de Mexicanos que reciben esas despensas que nos hacen entender lo que debe ser la frugalidad como ejemplo para los derrochadores, esos que se permiten una vida llena de lujos porque no han entendido el nuevo credo que hemos adoptado los mexicanos por instrucciones del Bienamado Camarada Líder.

Entiéndanlo fifis, si no hay medicinas ahí están las hierbas, si no hay empleo vayan por su despensa, porque tenemos que ahorrar para enviar dinero a nuestros hermanos centroamericanos que padecen el maldito cerco del neoliberalismo, no importa que no tengamos un país seguro, tampoco que los asesinos sueltos anden por las calles, y los terroristas se escondan en las casas de los pueblos, porque también son seres humanos a los qué hay que respetar y tratar de entender. Vamos bien, pronto veremos mejores resultados. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.