La libertad de expresión en México está en riesgo. Al Presidente de la República no le gustan los comentarios contrarios a su forma de pensar, y mucho menos aquellos en los que se cuestiona la certeza de sus afirmaciones mañaneras, donde por cierto ha cometido graves equivocaciones. De eso no
tenemos culpa alguna quienes decidimos dedicarnos al ejercicio del periodismo. Nunca antes nadie intentó censurarlo cuando recorría el país sembrando el odio hacia sus “presuntos adversarios”, fustigando a gobernantes federales, estatales y locales.
Sus pretendidas conferencias mañaneras han dejado de ser un ejercicio de información diaria para convertirse en un tribunal de penas, donde se condena a la hoguera de sus vanidades a quienes difieren de su forma de pensar, de hacer gobierno, de disponer del dinero de los mexicanos de forma personalista, pero sobre todo, de criticar los magros resultados de una administración que hasta ahora ha demostrado una brutal corrupcion y pocos resultados en cuanto a los beneficios comunitarios.
Por si no lo sabe o no lo han enterado, la mayor parte de los mexicanos comienzan a mostrar un grave hastío ante tantas verdades a medias y mentiras completas que utiliza todos los días para mantener ese adoctrinamiento que tuvo excelentes resultados, y que ahora se convierte en el peor destino para su gobierno. La diferencia estriba en que aunque lo demerite, el sistema educativo que construyeron las administraciones pasadas, esas que tanto denuesta, es uno de los mejores del Continente, y eso ha propiciado que la mayor parte de los mexicanos se hayan dado cuenta del engaño al que fueron sometidos durante su eterna campaña para alcanzar el poder.
Muchos periodistas hemos sido apartados de nuestro trabajo en los importantes medios de comunicación en los que desarrollábamos la noble profesión de informar y formar opinión, porque no le gusta lo que decimos, y si hemos criticado su administración, como lo hemos hecho con sus antecesores, es porque los magros resultados están a la vista. Pero si algo podemos señalar, es que se parece tanto a sus antecesores que hasta tiene un proceso de mimetización con el Presidente José López Portillo, quien se dio el lujo de verter una lágrima en la tribuna más alta del país.
Si algo esperamos los mexicanos de quien conduce los destinos de un país como el nuestro, es moderación y sabiduría, pero usted no los tiene, porque hasta ahora no veo que sepa diferenciar lo bueno de lo malo. Que bueno que viajará a Badiraguato, Sinaloa, la tierra de Joaquin Guzmán Loera. Que malo que oculte a que va, con quien se entrevistará, cuál es la finalidad de ese viaje y que beneficio obtendrán los mexicanos de ello. Como bien dice el refrán popular ““no hagas cosas buenas que parezcan malas, y mucho menos cosas malas que parezcan buenas”.
La Censura es un acto despreciable en cualquier circunstancia, y usted la ha utilizado para acallar las voces discordantes con su forma de pensar, y de ejercer gobierno. La carta enviada por los articulistas de ““El Universal” lo muestra en toda su dimensión. La autocracia es un régimen político en el que una sola persona gobierna sin someterse a ningún tipo de limitación y con la facultad de promulgar y modificar leyes a su voluntad. Muchas veces usted mismo dijo que era un demócrata, demuéstreselo al pueblo de Mexico, ese mismo que lo eligió para conducir su destino. ¿O acaso tiene más gusto por la autocracia? Usted decide cómo quiere pasar a las páginas de la historia, esa que todos los dias escribimos los periodistas. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en el periodismo.