Al Presidente de la República no le gustan los eventos incomodos. Los evita constantemente aunque con ello renuncie a mostrase como el hombre que verdaderamente conduce los destinos del país. Si siente más cómodo en Palacio Nacional porque ahí tiene a la guardia del Estado Mayor Presidencial
cuya principal función es proteger su integridad de acuerdo a como lo establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En los últimos tiempos han sido varias las ocasiones en que prefiere resguardarse antes de exponerse a los gritos de reclamo en la mayor parte de las Entidades Federativas.
Pareciera que la animadversión en su contra crece cada día, y no ha podido encontrar la fórmula para que los mexicanos al menos respeten su Investidura, ya que en muchas ocasiones los reclamos han estado por encima de los protocolos ya que el odio que ha sembrado irresponsablemente durante muchos años ahora se presenta porque ha faltado a su palabra ya las promesas que tanto repitió. Aunque el Estado Mayor siga protegiéndolo como lo mandata la Constitución, la vindicta pública seguirá presentándose e incrementándose, y no es otra cosa que la razón de la justicia en el nombre de la sociedad y de las leyes que ha dejado de cumplir.
El Juramento Constitucional que hizo durante su toma de protesta ha sido enviado al cajón de los olvidos, y la consecuencia es que el encono popular ahora lo sigue y lo persigue, y seguirá presentándose con mayor acuciosidad e intensidad a causa del enojo en diversos sectores poblacionales por las promesas que ha dejado de cumplir. Alguna vez el propio mandatario en una plática que fue grabada señalaba que una cosa es la campaña, las promesas y los discursos, y otra es el ejercicio de Gobierno. Por desgracia hizo muchas promesas y hasta ahora sus logros han sido nimios por no decir escasos o nulos.
Y no se trata de denostar al inquilino de Palacio Nacional, por el contrario, se trata de colocar las cosas en su verdadera dimensión, aunque no le guste. La comodidad de antaño repartiendo encono y sembrando odio por todo el territorio patrio se le está revirtiendo, y aunque sus seguidores sigan siendo numerosos, cada día el desencanto se acumula y se convierte en decepción, en frustración colectiva, en un sentimiento de abandono que está comenzando a aflorar y que en el corto plazo pudiera implosionar en acciones públicas de difícil sometimiento.
Bien dicen por ahí que ““ el que a hierro mata, a hierro muere ”, y eso quiere decir que nunca midió las consecuencias de sus actos simplemente porque en esa búsqueda del poder por el poder, que era su mayor anhelo, nunca estuvo en su mente prepararse para no incurrir en los errores que se han convertido en la identidad de su gobierno. El Presidente de la República sigue manteniendo la flor de piel de esos odios que vertía en sus encendidas disertaciones, y los externos todos los días en sus presuntas conferencias mañaneras que se han convertido en los soliloquios de la frustración.
La pregunta es: ¿cuándo tendrá la humildad de aceptar sus errores y pedir perdón por todas las consecuencias negativas que ha acumulado en menos de tres años? Dicen que la soberbia es el principal enemigo de los gobernantes, y todavía la mantiene a flor de piel. Para celebrar el natalicio de José Maria Morelos y Pavón decidió hacerlo en Morelos, no en la cuna de su nacimiento que es Morelia, la Capital de Michoacan. Y la razón es que le tuvo miedo a la vindicta pública, y también le tuvo pavor al encono acumulado. Sin lugar a dudas está comenzando a enfrentar las consecuencias de sus actos deleznables durante muchos años. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.