Mientras el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador se afana en darle recomendaciones a los integrantes del Consejo General del
Instituto Nacional Electoral para que hagan bien su trabajo, porque en su enorme visión de estadista ha podido constatar que este órgano no le favorece, porque sus planes de permanencia están cimentados bajo el control total que debe tener de todos los órganos del Estado Mexicano, incluso los autónomos. Así de simple la razón de tantas agresiones y la guerra contra su Presidente Lorenzo Córdoba Vianello.
Andrés Manuel López Obrador no es un demócrata como siempre lo aseguró, porque bajo esa careta escondió siempre su verdadera personalidad y sus más caros anhelos no tan solo para alcanzar el poder, sino para conservarlo indefinidamente porque siempre pensó, y sigue pensando, que los mexicanos somos proclives a la manipulación, que hasta ahora ha sido su más exitosa particularidad, y que la podrá seguir ensayando para hacer lo que le venga en gana con tal de mantenerse indefinidamente en el poder. Por mucho que lo niegue, hacia allá caminará en los siguientes meses.
Pero si algo puede detener esos aviesos propósitos del inquilino de Palacio Nacional, es que la sociedad mexicana en su mayoría ha madurado lo suficiente como para entender que es lo que le conviene al país y quien puede o debiera encabezarlo y en que momento. Hasta ahora la mayor parte de los mexicanos están en desacuerdo con la forma en que el Presidente de la República ha venido ejerciendo su gobierno porque la rendición de cuentas, esa que tanto exigió a sus antecesores, no ha sido más que una mascarada para sembrar el odio.
López Obrador ha dispuesto del dinero de los mexicanos como le ha venido dando la gana, y lo previsible es que intente seguir evadiendo la responsabilidad de la rendición de cuentas porque no podrá señalar a los mexicanos abiertamente la forma en que ha enviado dinero a la mayor oarte de los gobiernos populistas del Continente para ayudarlos y no quedarse solo en el mantenimiento del manejo populista del gobierno en la mayor parte de Latinoamérica. La única forma de mantener vigente el populismo es empobreciendo aún mas a los latinoamericanos, y ese negro destino no puede mantenerse como doctrina de un país como el nuestro con tantas luchas en su historia contra los tiranos.
Si de algo podemos tener seguridad es que el Presidente de la República recogerá algún día lo que ha sembrado desde hace muchos años en toda la geografía de este país: el fruto de la discordia, y no será otro más que el triste recuerdo de un sujeto que engaño a su pueblo y que se convirtió en uno de los mayores Cánceres de la historia patria. El ostracismo será su destino, y seguramente recibirá mayores muestras de rechazo que Luis Echeverria a quien abuchearon tanto que decidió no volver a salir de su encierro.
Otro caso patético en la historia de este país fue lo que le ocurrió a José López Portillo cuando dejó el poder. Los mexicanos ladraban cuando lo veían por haber señalado con presuntas lágrimas en uno de sus informes, que ya nos habían saqueado, y que nunca nos volverían a saquear. Por cierto, hablando de saqueos, Andrés Manuel ha estado organizando cínicamente uno de los mayores saqueos de la historia de este país, mucho más grande de quienes lo antecedieron, por lo que será registrado en la historia sólo comparado con Santa Anna, el más ladrón de todos los tiempos por haber vendido la mitad de nuestro territorio. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.