Vaya con el trago amargo que está pasando el Presidente de la República. Andrés Manuel López Obrador está muy enojado, colérico en la mayor parte del
tiempo. La razón es simple, no termina de digerir el descalabro que le ha significado a su gobierno y a su propia credibilidad el asunto de la casa que habitaba su hijo en la Ciudad de Houston, Texas, la Capital de los negocios petroleros. El hecho es que siente que lo ocurrido le ha pegado muy duro en su credibilidad, pero sobre todo en la línea de flotación de su gobierno.
También abona al enojo el que Panamá no válido el nombramiento de Pedro Salmerón como su embajador a causa de los antecedentes que tiene como acosador de mujeres. Después se le ocurrió que Doña Jesusa Rodríguez podría ser una buena opción, pero ella misma se ha encargado de destrozarle la intención con su declaración de que todos los días, mañana, tarde y noche, fuma marihuana. Y si a ello agregamos los videos en los que se le observa en minifalda bailando grotescamente en un desfile, la cosa se pone peor.
Por los pronto el Expresidente de Panamá Ernesto Pérez Valladares, lanzó un twitter en el que señala que ““la actitud del señor López Obrador en cuanto a la designación de su representante en nuestro país es infantil. Somos un país pequeño pero digno y valiente. Mas nos necesita México a nosotros que nosotros a México”. Así de simple el rechazo anticipado a la presunta designación de la folclórica y drogadicta doña Jesusa Rodríguez, y desde luego que eso desató la ira del inquilino de Palacio Nacional, quien es capaz de pretender retirar la embajada de nuestro país en Panamá, pero dependen en mucho nuestras exportaciones del paso por su canal, así que le tocará hacer mutis.
El señor Presidente de la República debiera serenarse y entender que el servicio diplomático tiene que estar integrando por expertos en relaciones internacionales porque representan al país, y la sobriedad es uno de los principales requisitos. Pedro Salmerón debiera estar en la cárcel por violador, pero tiene un amigo que lo protege desde las más altas esferas del país, pero el delito no prescribe, y cuando se vaya el señor López, tendrá que dar cuentas a la justicia. Por otra parte, la denigración que el señor Presidente le hace al Servicio Exterior Mexicano es inaudito, porque la respetable señora Jesusa Rodríguez tiene de diplomática lo este escribidor de idiota, o sea nada.
La presunta implantación de la estrategia de contracultura nunca le resultará favorable al Presidente de la República. Este país encuentra cimientos firmes en la industriosidad de su gente, en la honorabilidad de esos hombres y mujeres que lo han hecho grande, y no en la caterva de aventureros que ha conformado Andrés Manuel López Obrador para instaurar una estrategia de contracultura y alcanzar así su más preciado anhelo de convertirse en otro de los dictadores populistas que como plaga están destrozando a esos países que con sus prédicas y promesas fáciles han engañado a hombres y mujeres que hoy buscan sacudirse el yugo de la tiranía.
México y los mexicanos no merecemos el destino que pretende López Obrador imponernos, y el único camino que nos queda es la defensa a ultranza de nuestra democracia en los comicios venideros. No podemos permitir que nos roben esa patria por la que hemos luchado, y tampoco que asalten las arcas públicas para sujetarnos a la esclavitud de las dádivas y el racionamiento de los alimentos como ocurre en Venezuela. Andrés Manuel López Obrador es peor que Nicolás Maduro, porque ha mostrado que no le importan las consecuencias de sus actos con tal de alcanzar sus ambiciosos planes de convertirse en dueño de este país. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.