Los mexicanos no tenemos que probar nada al Presidente de la República en relación a la presunta riqueza de su hijo que le dio por vivir su romance con
una de las cabilderas más reconocidas del Continente Americano en una mansión en la Ciudad de Houston en el Estado de Texas. Y no tenemos que hacerlo porque las evidencias de diversos actos de corrupcion se han hecho públicos en la pasada semana. Por lo pronto Keith Schilling, reconoció que José Ramón López Beltrán fue su inquilino en su residencia entre agosto de 2019 y Julio de 2020, así como lo reveló la investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad que dio a conocer el periodista Carlos Loret.
Lo peor de todo es que también hemos conocido elementos que prueban los niveles de corrupcion que se han cometido durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República, y aunque lo siga negando, las evidencias son demoledoras y si tiene honorabilidad debiera renunciar como lo ha señalado públicamente. Si piensa que los mexicanos somos tontos, se ha equivocado, porque la verdad siempre saldrá a flote por más que busque hacerse el tonto o el ignorante frente a los hechos de corrupcion que se han realizado en Pemex.
De acuerdo a lo declarado por el propio Keith Schilling, la empresa en la que trabajaba recibió asignaciones directas en la paraestatal mexicana por ciento noventa y cuatro millones de dólares. Tratando de exculparse, porque la corrupción en Estados Unidos es un delito con altas penas de cárcel, señaló que no tenia conocimiento previo de que el arrendatario de su casa era el hijo del Presidente de la República en México, aunque también habrá que señalar que en el Estado de Texas, antes de la firma de un contrato, es una práctica común que las inmobiliarias realicen una investigación para comprobar la certeza económica de arrendador.
Lo único cierto de este grave episodio de corrupcion es que de esta manera se le cae el teatro de la honestidad al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien no ha encontrado el justificante para decirle a los mexicanos, porque ya comprobamos que es un mentiroso, que sigue siendo un hombre alejado de los procesos de la corrupcion. Ciento noventa y cuatro millones de dólares en asignaciones directas no es una cantidad nimia, porque traducidos a pesos mexicanos son algo así como tres mil novecientos millones de pesos, que pudieran parecer poco, pero hay un largo historial de contratos previos.
La cantaleta de que la esposa del hijo del Presidente de la República es una mujer de negocios, no es suficiente explicación para los mexicanos, y lo peor de todo es que al parecer ella misma, Carolyn Adams, ha sido la cabildera para la compra de la refinería Dear Park que es un cascarón que no sirve para nada. Pero lo más deleznable de este lamentable suceso es que la renta de la residencia en Houston era de cerca de ciento veintisiete mil pesos por mes, y esa no es una cantidad pequeña para cualquier mexicano por mucho dinero que tenga.
La verdad siempre sale a flote, y la verdad que tiene que interesar a los mexicanos es la forma en que Andrés Manuel López Obrador hace negocios al amparo del poder aunque pretenda seguir engañando a la gente con su presunta honestidad que se ha venido derrumbando con las investigaciones de Carlos Loret y Mexicanos Contra la Corrupcion. Bien dicen que los pueblos tienen a los gobernantes que merecen, y ahora estamos comprobando que por desgracia tenemos a un ladrón en la Presidencia de la República. Los mexicanos tendríamos que volcarnos hacia la revocación de mandato para mandar de una vez por todas a Andrés Manuel López Obrador a la Chingada, como se llama su rancho. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.