El que nada debe, nada teme, señala el adagio popular, y en la mayor parte de las veces se convierte en una irrefutable verdad. Este país es rico en este
tipo de expresiones cuando de señalar nuestras realidades se trata, pero también cuando se emite de forma velada una advertencia que podría convertirse en una eventualidad que trastocaría la realidad en que se vive. Bien dicen por ahí que los excesos son la madre de las desventuras, y hasta ahora nadie se ha atrevido a señalar lo contrario. No es fácil predecir los hechos futuros, pero existen condiciones que indican que algo no funciona bien, y a eso le hemos llamado ““hechos premonitorios”.
Andrés Manuel López Obrador ha sido un hombre de muchos excesos en su carrera política, y esos excesos sumados al encono acumulado por los malos gobiernos que hemos padecido, lo llevaron a ocupar la Presidencia de la República. Pero también habrá que señalar que hasta ahora esa pretendida y mal llamada ““Cuarta Transformación” que tanto ha pregonado en la mayor parte de los rincones de este país ha resultado uno más de sus constantes engaños populistas que han marcado su destino, que no ha sido otro que alcanzar a toda costa el poder porque siempre pensó que era un predestinado para corregir el rumbo de la nación.
Hoy por desgracia tenemos que reconocer que ni es el líder que este país necesitaba, ni es el Presidente que los mexicanos esperábamos. Sin lugar a dudas el fracaso es palpable, aunque todas las mañanas señale lo contrario y acuse al pasado de no poder entregar resultados en el presente. Aunque también hay que agregar su vocación por la riqueza y el acumulamiento de poder. Hasta ahora la estrategia le ha funcionado, y aún cuando no ha estado exento de avatares su principal aspiración ha sido capitalizada, aunque los resultados hasta ahora muestran un enorme desastre en su administración.
Pero hasta ahora existen riesgos que quizá nunca pensó que enfrentaría, pero como todos hemos probado y comprobado que cuando de enriquecerse se trata, el peligro es latente y la amenaza de comparecer ante la justicia es real y en algunas ocasiones inevitable. Andrés Manuel López Obrador ha sido un hombre de excesos durante toda su vida, y más durante el ejercicio de la Presidencia de la República, su más caro anhelo y la que podría convertirse en su mayor fracaso y por consecuencia en el sello de su destino como gobernante y como posible culpable de sus propios desatinos y excesos.
El episodio de la casa que habitaba su hijo mayor ha marcado el destino de su administración. Lo peor es que en Estados Unidos los presuntos delitos que cometió se persiguen de oficio, y pudiera ocurrir que la justicia norteamericana emitiera una orden de extradición. Quizá eso explique el comportamiento verbal del Presidente de la República en los últimos días, porque seguramente los servicios de inteligencia cel país ya lo alertaron de la investigación que está realizando el Buro Federal de Investigaciones del vecino del norte.
La voracidad es el sello de muchas desgracias, y al parecer el Buró Federal de Investigaciones está tras la pista de grandes cantidades de dinero que “Andy” planeaba invertir en el vecino del norte, donde el lavado de dinero es uno de los delitos más castigados. Los productores de la zona en que está la ““Finca Rocio” fueron prácticamente obligados a sembrar cacao con tal de incluirlos el el programa ““Sembrando Vidas”. Detener las investigaciones resultara difícil para el Mandatario Mexicano porque el FBI no se detendrá tan fácilmente. Sin lugar a dudas existe preocupación en Palacio Nacional, pero como dicen por ahí, cada quien con sus culpas. El que nada debe, nada teme, pero el temor está a flor de piel en Palacio Nacional. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.