Sin lugar a dudas la popularidad de Andrés Manuel López Obrador ha menguado. Y es producto del hastío de verlo todos los días en televisión, y la erosión
natural que provoca el desgaste ante la poca capacidad de resolución de los diversos problemas que tiene el país. Pero también hay que señalar que por desgracia para la mayor parte de los mexicanos sigue teniendo muchos adeptos, pero cada día disminuyen a causa de sus excesos y la forma en que maneja los caudales públicos, y eso le tiene preocupado.
Las evidencias de la riqueza que han acumulado sus hijos y la manera tan ostentosa en que viven cuando ni siquiera han tenido un trabajo estable, habla de que su padre, que tampoco trabajó durante toda su vida, sigue manteniendo una amplia base social que aún piensa en él como un redentor. Por fortuna la mayor parte de los mexicanos no creemos de esa manera, y el hastío por la carencia de oportunidades laborales comienza a hacer mella en su repetitivo discurso de que las cosas están bien y van a ir mejor.
Varias veces he abordado el tema de la “Revocación de Mandato” señalando que no es más que un ardid para que las bases sociales del morenismo, que sigue siendo bastante amplia, lo rarifiquen para dar el siguiente paso de la estrategia populista, y que no es otra cosa que la ampliación del mandato que los mexicanos hemos circunscrito a solamente seis años en la letra Constitucional. Esa es la finalidad inmediata que busca Andrés Manuel López Obrador para quedarse indefinidamente al frente del país.
Pero existe otra circunstancia que no debemos perder de vista, porque hasta ahora quien realmente hace el trabajo de coordinación del gabinete presidencial y el gabinete ampliado, es su hijo José Ramón López Beltrán, a quien pretende seguir preparando para que entre la eventualidad de que pierda el ejercicio de revocación de mandato sea el siguiente Candidato Presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional. Aunque esta circunstancia suene descabellada, la mayor parte de lo que todos los días hace y dice López Obrador son ocurrencias descabelladas.
Insisto, es importante prepararnos para que ese ejercicio de revocación de mandato sea un completo fracaso para evitar su ratificación. Se requieren muchos millones de firmas, y en el probable caso de que pierda, quien quedaría como Presidente no es otro que el Presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez, quien al ser declarado presidente interino, seguramente ordenaría a la Cámara de Diputados proponer a una persona que entre en lugar de López Obrador, quien seguiría dando instrucciones para lo que han preparado como una eventualidad.
En este escenario López Obrador quedaría libre para recorrer nuevamente el país haciendo campaña para preparar su camino y volver en el 2024 más fortalecido electoralmente. ¿Qué en este país no hay reelección? Y quien impediría a Morena cambiar la Constitución? Y lo peor será que lo que se legislará es precisamente que se permita la reelección, ese cáncer que ha destruido a la mayor parte de los países del hemisferio y que sigue haciendo estragos por todos lados. México y Uruguay son los únicos países que no han caído en las garras de la tiranía en el Continente. Es preciso que acudamos a las urnas, pero para votar porque López Obrador se vaya a la “Chingada”. Tu tienes la palabra. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.