Cada día los mexicanos nos encontramos con una nueva ocurrencia en el catálogo de los desplantes a que nos tiene acostumbrados el Presidente de la
República, Andrés Manuel López Obrador. Cuando se le señalan los yerros que por desgracia se cometen un día sí y otro también entre los miembros de su administración, sale con la idiotez de que el sujeto de marras no es corrupto, y eso está por encima de todo. Para decirlo con todas sus letras, el principal atributo que deben tener los miembros de la mal llamada ““Cuarta Transformación” es ser pendejo. El “pendejismo” está de moda, y se ha convertido en la característica necesaria para triunfar en la Administración Pública.
Ya no es la eficiencia, tampoco la decencia, y mucho menos la sapiencia. Cuando se hacen señalamientos acerca de las garrafales fallas de muchos de sus colaboradores, siempre sale por la tangente diciendo que el fulano o fulana no son corruptos, aceptando tácitamente que en realidad si son pendejos. Lo peor de todo es que existe una grave contradicción en los señalamientos del presidente Andrés Manuel López Obrador, porque se ha convertido en cómplice de los corruptos, y en el defensor de los inútiles.
La mala noticia para el Presidente de la República es que ya comenzó su declive, y lo peor de todo es que va de forma muy acelerada a la baja en las valoraciones que de su gestión hacen los mexicanos. Por lo pronto El Financiero presentó una encuesta en la que el resultado de la calificación en honestidad, liderazgo y capacidad para dar resultados, tuvo una baja de entre 10 y 13 puntos. La percepción favorable sobre honestidad bajo de 57 al 45 por ciento, y la percepción favorable a su liderazgo bajo de 53 a 43 por ciento.
El peor escenario para Andrés Manuel López Obrador es que la percepción favorable sobre la capacidad para dar resultados llegó de 40 a 37 por ciento. Y esto quiere decir que el declive de su figura ha comenzado a presentar, y sus últimos años al frente del poder se desarrollarán en un desastre en materia de credibilidad porque sus presuntos logros no tienen sustento. Mal y de malas el futuro de los mexicanos con un mandatario que todos los días dice mentiras y pinta una realidad que hasta ahora es distinta a la que percibimos los mexicanos.
La presunta honestidad se ha convertido en un brutal cinismo, la eficiencia gubernamental no existe, y los resultados de su gestión son la muestra de su mendicidad al frente de un país que creyó en él como un reformador que daría pie a una verdadera transformación que hasta ahora no deja de ser una simple perorata diaria que reseña mentiras tras mentira pretendiendo con ello ocultar la sombra del fracaso que se cierne sobre su figura. Su discurso diario esta lleno de mentiras y de promesas, porque no existen realidades y mucha menos certeza.
La presunta honestidad ha sido destrozada por el mismo, y su falta de capacidad para conducir a un país con más de ciento veinte millones de hombres y mujeres que todos los días salen a procurarse el sustento diario se está convirtiendo en un infierno. Para decirlo más claro, el fracaso de su gobierno está a la vista de todos, y su credibilidad ha disminuido brutalmente. Pero la capacidad de maniobra para seguir causando daño a los mexicanos sigue vigente, y no se detendrá porque piensa que sigue siendo un predestinado para seguir manejando esta nación. Pobre Mexico, pobres Mexicanos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.