En el año del 2012 el diputado Jaime Cárdenas presentó ante el Pleno de la Cámara de Diputados una iniciativa de reforma y adición a diversas
disposiciones de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, cuyo propósito fue la inclusión de diversas formas de democracia participativa en la Constitución como es el Presupuesto Participativo, la Afirmativa Ficta, la Auditoría Social, la Iniciativa Ciudadana, el Referéndum, el Plebiscito, la Consulta Ciudadana, las Acciones Colectivas y Populares, y la Revocación de Mandato.
Por lo que corresponde a esta última figura es un mecanismo que permite a los ciudadanos sustituir Democrática y legalmente a los gobernantes elegidos popularmente. Esta figura es una de las maneras de democracia participativa más acabada, aunque algunos mandatarios populistas la hayan utilizado como un ardid para ratificar su condición al frente del país, y después utilizar el propio instrumento democrático, por fuera de la ley, para solicitar a los ciudadanos si es pertinente que el Presidente pueda mantenerse en el mismo encargo una vez terminada su elegibilidad.
Y es claro que en regímenes establecidos en algunas partes del Continente se ha usado la figura para alargar los mandatos presidenciales, como ha ocurrido en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, y otros países más, transformando a la figura de Revocación de Mandato en un referendo para quedarse indefinidamente en el poder. La expresión más acabada fue el régimen populista de Venezuela, donde Hugo Chávez Frías se mantuvo desde 1999 hasta su fallecimiento en 2013, dándose el lujo, de recomendar a los venezolanos que apoyaran a Nicolás Maduro en el caso de que él faltase.
Hoy Nicolás Maduro es el sátrapa que mantiene a los venezolanos en la pobreza, porque ese es el principal proyecto de la estrategia populista para mantener en la mendicidad al pueblo, dotándoles de los mínimos necesarios para la subsistencia a través de diversos programas sociales, ejerciendo así una dependencia de presuntos programas asistenciales que les suministran lo necesario para mal vivir. En México, esos programas sociales fueron implantados por Andrés Manuel López Obrador para seguir el mismo camino de los sátrapas del Continente.
En este país la Revocación de Mandato es un derecho Constitucional, pero en una democracia imperfecta como la nuestra existen argucias que pueden ser utilizadas para socavar la voluntad popular, y Andrés Manuel es un especialista en ello. De ahí su estrategia de debilitamiento de la autoridad electoral a través de críticas y disminución del presupuesto con la finalidad de someterlo a sus designios. Lo previsible es que después de los embates contra los integrantes del Consejo General, en el probable caso de que Andrés Manuel López Obrador pierda la votación, la andanada de descalificaciones pudiera trastocar el marco institucional y violentar la extensión de su mandato.
Los mexicanos no podemos cerrar los ojos ante el evidente propósito de quedarse indefinidamente en el poder, y la Revocación de Mandato es el principal instrumento que empleará en el caso de que sea ratificado, porque el siguiente ejercicio será preguntar a los mexicanos si es pertinente cambiar la letra de la Constitución para alargar su periodo Constitucional destrozando la máxima protección que nos ha generado la letra constitucional del ““Sufragio Efectivo, No Reelección”. La nación está en peligro ante las pretensiones dictatoriales de Andrés Manuel López Obrador, quien hasta ahora se ha convertido en un peligro para la democracia de este país. La recomendación es no asistir a validar el engaño presidencial. Así de simple. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.