Sin lugar a dudas, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador va viento en popa al establecimiento de su pretendida dictadura porque
hasta ahora nadie se le ha opuesto, es más, ni siquiera ha recibido un reclamo o extrañamiento de quienes más lo apoyaron porque ha perdido la capacidad de escuchar. Quienes lo conocen muy bien han señalado que esa metamorfosis que ha sufrido desde que llegó al poder lo ha convertido en un hombre solitario que ni siquiera habla con sus más cercanos colaboradores, y mucho menos les solicita opiniones acerca del fenómeno político y gubernamental.
Andrés Manuel López Obrador ha dejado de escuchar a sus más cercanos hombres y mujeres y sus principales amigos, esos que lo apoyaron incondicionalmente cuando intentaba mantener vigente su movimiento. Hoy es el Presidente de la República más poderoso de la historia, y a la vez que el menos preparado, el menos sensato, y el más mal agradecido con aquellos que lo ayudaron a encumbrarse y alcanzar su más caro anhelo que fue la detentación del poder porque ahora los desdeña, los ofende, los exhibe y los segrega.
Pero eso habla de su talante autoritario y sobre todo de esa mendicidad personal que lo hizo alejarse de muchos amigos y amigas que lo ayudaron y apoyaron en los inicios de su periplo por todos los rincones del país. Para decirlo más claro, el Presidente de la República es un hombre mal agradecido, mezquino, con un alto grado de rencor para tratar incluso a sus principales colaboradores. Y ese rencor es el que lo tiene intentando construir una dictadura aunque todo el tiempo se asumió como un demócrata.
Y claro esta que su paso por la Universidad Nacional Autónoma de México, mi Alma Mater, le sirvió para ensayarse como un sujeto al que todo el tiempo extorsionaba a sus propios amigos desde sus inicios como estudiante. Y tengo la plena seguridad de que esa circunstancia es la que lo llevó a esa mendicidad que se manifiesta cuando pretende tomar decisiones sin la consulta de sus más cercanos colaboradores, a quienes ha humillado muchas veces, y a quienes trata como si fueran sirvientes y no leales miembros de su proyecto.
Tengo que decirlo con todas sus letras, Andrés Manuel López Obrador está haciendo realidad ese temor de muchos hombres y mujeres que señalaron en su momento que era un peligro para México. Su trabajo destructivo intentando demoler las instituciones que bien o mal construimos los mexicanos durante mucho tiempo es palpable, su miseria y mendicidad personal es real, porque nunca antes nadie, después de implantado el régimen actual, intentó destruirnos como sociedad, como país, como hombres y mujeres que aspiramos a mejores estadios de bienestar.
Hoy los mexicanos tenemos que estar más unidos que nunca a causa de su búsqueda incansable por establecer un gobierno de talante populista que han sido la desgracia de la mayor parte de los países del hemisferio. Pretender destrozar la relación con el socio comercial más importante que tenemos es un despropósito, y eso habla de su aspiración de separarnos del mundo para sumirnos en el oscurantismo de su pretendida Cuarta Transformación que se convertirá al paso del tiempo en un brutal cárcel para todos los mexicanos. Pobre país. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.