Andrés Manuel López Obrador está enojado, muy enojado. Sus principales operadores no han tenido la capacidad para seguir intentando que
la mal llamada Cuarta Transformacion pueda emerger florecientemente como un nuevo sistema politico que logre suplir al vetusto y decadente que surgió después del Movimiento Social de 1910, y que hasta ahora sigue vigente porque al paso del tiempo ha logrado adecuarse a las circunstancias del momento a la vez que se ha transformado en un ejemplo de permanencia en el Continente Americano.
Y habrá que señalar que esa mal llamada Cuarta Transformacion no logrará emerger porque hasta ahora nadie, ni el propio Presidente de la República ha tenido siquiera una idea de hacia donde debería caminar su pretendida Cuarta Transformacion, ni la forma de diseñar siquiera una reestructuración del Estado Mexicano para convertirlo en un ente moderno que responda a los retos de los tiempos que vivimos. Y eso quiere decir que el pensamiento de quien por ahora ocupa la Primera Magistratura también viviendo en ese pasado del que nunca ha logrado salir.
López Obrador es producto del sistema actual, y por eso no entiende ni sabe cómo renovar las instituciones que le han dado viabilidad a la vida administrativa y operativa del Estado Mexicano. Las ocurrencias nunca podrán ser reglas de operación, y mucho menos doctrina para la conformación de programas y proyectos de índole social y gubernamental que es lo que requiere un país como el nuestro. La realidad indica que el vetusto sistema político surgido de la etapa conocida como La Revolución Mexicana seguirá vigente por mucho tiempo.
La forma de pensar de Andrés Manuel López Obrador resulta retardataria, porque no concibe ni entiende que la modernidad se construye mirando hacia el futuro mientras él sigue anclado en el pasado. De ahí que solamente entienda lo que vivió y sigue viviendo manteniendo vigentes postulados que se quedaron en el tiempo y que poco aportan para la efectividad de los proyectos y programas de gobierno en una sociedad que ha rebasado las expectativas de un gobierno producto de una arcaica ideología en la que un solo elemento era depositario de la toma de decisiones.
De ahí su reciente radicalismo, porque prefiere violar la Constitución y las leyes vigentes en sus bodrios mañaneros señalando que no le vengan a decir que la Ley es la Ley, exactamente como lo hacían los mandatarios de hace al menos veinte años atrás. Hasta ahora el único programa vigente es el de la entrega de dinero a la gente lara mantener sólida su base de adeptos, pero esa retrógrada circunstancia no abona al desarrollo de las sociedades modernas como a pesas suyo es la que hemos construido los mexicanos.
De ahí su radicalismo, porque las cosas no le van bien y mucho menos ha logrado consolidar ese bodrio llamado Cuarta Transformacion porque ni es la cuarta y mucho menos ha sido una transformación, por el contrario, ha sido una brutal regresión a los tiempos en que el Presidente de la República todo lo resolvía y todo lo determinaba. Por esa circunstancia es que observa a los órganos autónomos del Estado Mexicano como enemigos porque detentan una parte del Estado Mexicano, y eso le estorba porque ese pensamiento retardatario que tiene lo hace pensar que el Estado es el. Así de simple la circunstancia que estamos padeciendo. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.