Caros han salido los caprichos del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, a los mexicanos de todo el país. Y por lo que podemos
observar en el corto plazo hará todo lo que pueda para seguir enriqueciendo a sus hijos y a la pléyade de tramposos con los que integró su gabinete, y las hordas beneficiarias de los programas sociales cuya mayoría rehúyen al trabajo porque se han acostumbrado a las dádivas institucionales que no los sacan de su ignominia, pero que les permiten al menos mitigar esa carencia de dinero y empleo.
Pero como al señor López no le gusta que lo contradigan, se empecinó en construir un aeropuerto presuntamente internacional en la base Aérea de Santa Lucía, que antaño era un aeropuerto que utilizaban la Secretaria de la Defensa Nacional y la Marina Armada de México en las tareas que les mandata la Constitución para coadyuvar en los procesos de mitigación de los delitos que hasta ahora han crecido de forma exorbitante ante la inutilidad de los procedimientos diseñados por la mal llamada Cuarta Transformación.
Sin lugar a dudas, el capricho presidencial de abandonar la Construcción del Aeropuerto de la Ciudad de México le costó a los mexicanos más de trescientos mil millones de pesos, además del monto de las indemnizaciones que se tuvieron que pagar por la cancelación del proyecto a las empresas que ya habían invertido. Poco le importo a López Obrador que se perdieran cientos de miles de millones de pesos porque su egolatría era mayor que cualquier cosa. Y esta circunstancia lo retrata como realmente es, caprichoso y obsesivo en alcanzar el poder por el poder mismo.
La cantaleta de que con este aeropuerto “se resolverá la saturación en la zona metropolitana de una manera ordenada, austera y con la capacidad técnica de los ingenieros de la Secretaria de la Defensa Nacional”, quienes hasta ahora lo único que han mostrado y demostrado es que fue un ardid para quedarse con miles de millones de pesos en colusión con los principales mandos castrenses a quienes corrompió con la promesa de enriquecerlos y de trascender en el tiempo al frente del poder.
Siempre se dijo que la primera etapa estaría terminada en el 2021, pero hasta ahora siguen afinando la forma en que se realizarán los vuelos y los traslados a la antigua Base de Santa Lucía. El problema es que ninguna aerolínea ha querido trasladarse a la “nueva zona aeroportuaria” porque la gente prefiere la comodidad de viajar desde la Ciudad de México aunque tenga que esperar porque el traslado a Santa Lucía dura más de tres horas, ya que no existen vías rápidas y la distancia es enorme.
Pero el mayor problema de todo esto es que hasta ahora no es otra cosa más que un aeropuerto desierto y abandonado en el que solamente se ven los guardianes y los operadores, porque no existen vuelos que vayan a ese capricho del inquilino de Palacio. Los negocios de Andrés Manuel López Obrador están saliendo por todos lados, nunca antes un mandatario de este país fue tan voraz como el tabasqueño, y lo peor es que su cinismo es brutal y poco le importa. Claro esta que mucho menos el bienestar de los mexicanos. Al tiempo.
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Lic. En Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por el Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.