Sin lugar a dudas estamos entrando en un lamentable etapa en donde el cinismo y la corrupción se han convertido en “el pan nuestro de cada día”
como lo señala un adagio popular. Y eso no es bueno ni para los ciudadanos y mucho menos para la débil democracia que hasta ahora hemos venido construyendo desde hacer varios decenios, intentando que el Sistema Político Mexicano se perfeccione y a la vez se convierta en el garante de la democracia y de la pulcritud que debiera ser norma y exigencia para todos aquellos que de una u otra manera participan en ello.
Lily Téllez, la valiente Senadora del Movimiento de Regeneración Nacional, acusó a Andrés Manuel López Obrador de encabezar al crimen organizado en el país, y de haber pactado con los grandes carteles de la droga que se han establecido desde hace tiempo en diversas regiones del país donde imponen sus propias leyes. Por si no le quedara claro al Presidente de la República, de paso señalo que ellos mismos, los integrantes de los diferentes cárteles fueron quienes lo llevaron al poder.
Si de algo tenemos que preocuparnos los mexicanos, es que ante esta acusación se puede desatar una etapa de barbarie encabezada por las distintas bandas y carteles para cínicamente apoderarse de la mayor parte de los territorios que dominan muchas de estas expresiones, y que hasta ahora han cohabitado en las distintas regiones de este aún maravilloso país. El problema es que en cualquier momento pudiera desatarse una guerra sin cuartel y una etapa de barbarie como nunca antes la hemos conocido, y por desgracia el Presidente de la República no tendrá el control sobre ninguna de ellas.
La colusión de Andrés Manuel López Obrador con las distintas expresiones delincuenciales resulta evidente, porque antes que combatirlas, su actitud ha sido contemplativa y en algunos casos con un alto grado de permisibilidad. En lo personal me cuesta trabajo entender hasta donde el Presidente de la República pudiera estar involucrado, pero las denuncias de Lily Téllez han sido contundentes, a la vez que reveladoras de esa lamentable circunstancia que hasta ahora muestra y demuestra hasta dónde ha llegado la colusión de quien dirige al país con los criminales.
La ambición de poder que tanto ha detentado es la principal muestra de esa bastarda aspiración de encabezar al Gobierno Federal. Bien, dice un adagio popular que el poder ensoberbece y hasta ahora las muestras de soberbia del habitante de Palacio son evidentes cuando decide hacer viajes a la parte donde la principal organización ha sentado sus reales. El Cartel de Sinaloa ha sido la organización delincuencial más estructurada en la historia de este país. Y hasta su territorio fue el Presidente para visitar una de las regiones con una orografía poco propicia para realizar una gira, pero poco le importo porque el cinismo ha sido el sello de su administración.
¿La llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder fue producto del crimen organizado y las diversas expresiones de bandas y carteles que le entregaron los recursos suficientes para mantener una inacabable marcha por todas las regiones del país? Mucho se dijo de su cercanía con las bandas delincuenciales, pero hasta ahora hemos venido observando el cinismo con que ahora hace su trabajo, y que ya no le importan las formas, porque es quien manda y quien decide hacia donde camina su gobierno. Pobre país. Al tiempo.
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Lic. En Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por el Instituto Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.