Sin lugar a dudas estamos viviendo una etapa muy lamentable como sociedad y como país. Y hay que señalarlo con todas sus letras: nunca antes
enfrentamos algo siquiera parecido a los que estamos padeciendo a causa de ese bodrio ideológico que se autodenomina “Cuarta Transformación”, Y que no es más que una pandilla de facinerosos encabezados por un líder mesiánico que se siente poseedor de la verdad absoluta. Sus prédicas y consignas mañaneras pretenden darle rumbo a un país cuyo gobierno ha dado innumerables muestras de extravío.
Que sean los diversos carteles de la delincuencia organizada quienes detenten el mando y orienten las decisiones de gobierno es algo inusitado para una sociedad como la nuestra, y esta circunstancia resulta aberrante y ofensiva. Nunca antes habíamos observado la cínica colusión entre gobierno y Delincuencia organizada, y mucho menos que cínicamente desde el púlpito mañanero se privilegie a quienes se dedican a causar el mal, como sujetos merecedores de consideraciones, simplemente porque hay que respetarles sus derechos humanos.
La pregunta que tenemos que hacernos los mexicanos es: ¿por qué tendríamos que tener consideración por los delincuentes cuando nos están matando todos los días y nos están quitando ese bienestar que desde hace muchos años hemos construido? ¿En dónde tiene la cabeza el Presidente de la República cuando prefiere otorgar a los delincuentes el privilegio de robar, de asaltar, de matar y de seguir envenenando con infinidad de drogas a nuestra juventud? ¿Por qué tanto cinismo para mostrar a la nación que en esta etapa de nuestro devenir como sociedad quienes más importan son los delincuentes?
El desprecio por la vida de quienes se han convertido en rehenes de las bandas delincuenciales es lamentable por donde se le quiera ver, porque hasta ahora lo único que han mostrado y demostrado es que son ellos los que mandan y que han logrado dominar la mayor parte de nuestro territorio, y eso la, entablé por donde se le quiera ver. Nunca antes habíamos padecido algo así, ni siquiera en los tiempos donde desde la propia Procuraduría General de Justicia del País se determinaba a quienes se les permitía operar descaradamente, y quienes recibían los beneficios de su delincuencial actividad.
Lo peor de todo, es que sea el propio Presidente de la República quien se ha convertido en el permisionario y el beneficiario de la actividad delincuencial que hasta ahora se encuentra diseminada en todos los lugares de la geografía de todos los estados del país. Resulta espantoso que Andrés Manuel López Obrador haya cedido los diversos territorios para que los carteles delincuenciales sean quienes dicten que se permite hacer y que no, quienes tienen que padecer los embates de la criminalidad y que territorios se conceden a cuál organización delincuencial.
Lily Téllez lo dijo valientemente en la más alta tribuna de la Nación, y acusó directamente al Presidente de la República de encabezar un “narcoestado”, además de señalar que él es el jefe mayor que decide que territorios controla cada organización criminal, poniendo el destino de los mexicanos en manos del Crimen Organizado. Lo previsible es que en esta elección que tenemos encima sean los delincuentes quienes determinen el rumbo de la nación y la forma en que los mexicanos estaremos a su merced y a su disposición. Sin lugar a dudas México es desde hace tiempo un Narco Estado, y el jefe de todos los carteles es sin lugar a dudas El Presidente de la República. La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿cuál será el siguiente paso de Estados Unidos? Al tiempo.
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Lic. En Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por el Instituto Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.