Sin lugar a dudas, América latina pasa por momentos de agobio, y por desgracia también las endebles democracias que aún quedan en varios puntos del
Continente y que no han caído hasta ahora en la red populista de mandatarios que en el papel se asumen como demócratas y en los hechos como autócratas. La promesa fácil que utilizaba el priismo de hace treinta años se reedita en la hora en que mayores definiciones tendríamos que realizar si pretendemos mejorar la calidad de ida de nuestros connacionales.
El problema es que por mucha voluntad que tengamos los mexicanos, por desgracia, no existen liderazgos capaces de competir con aquellos que controlan las hordas populistas que reparten dádivas para entronizar aún más la popularidad de quien por ahora conduce los destinos de este país. El Presidente se ha convertido de facto en el líder del populismo en América Latina porque provee a los dictadores del hemisferio de las cantidades de dinero necesarias para mantenerse en el poder. Para decirlo más claro, México sostiene y mantiene a las dictaduras del hemisferio.
El Presidente de la República se está convirtiendo de facto en el líder latinoamericano de esa expresión llamada “populismo”, que no es otra cosa que la disposición de la riqueza de los países de forma personalista y que es administrada con la única finalidad de paliar necesidades entre los ciudadanos más empobrecidos para que en agradecimiento engrosen las filas de ese amorfo ente que ha denominado la Cuarta Transformación, esa que ahora lo único que ha logrado es una deformación de nuestro entramado institucional para colocarlo al servicio de las ocurrencias del inquilino de Palacio Nacional.
Los estertores discursivos de nada sirven ni servirán mientras no exista una consolidación de un bloque opositor que se encamine hacia la modernización de esa institucionalidad que le dio viabilidad a nuestro modelo de país durante mucho tiempo, y que por desgracia ahora está en la inoperancia a causa de la suplantación democrática de un exacerbado populismo que solamente se mantendrá en función de que existan recursos en suficiencia para mantener las dádivas oficiales que poco a poco se han venido agotando.
Pero ese es un escenario peligroso, porque la dictadura puede estar a la vuelta de la esquina como ha ocurrido en Venezuela, Cuba y Nicaragua. El problema es que mientras los partidos de la oposición no establezcan un pacto para mantenerse unidos en la siguiente elección, la catástrofe estará a la vista y el desastre será de proporciones inimaginables, ya que si de algo se puede preciar el Presidente de la República es de haber precarizado a la mayor parte de los mexicanos, en todas las latitudes de este aún maravilloso país.
Nunca la economía había llegado a un escenario como el actual, pero esa es la misión principal del populismo, seguir ensanchando la banda de pobres para proveer mediante las dádivas institucionales el incremento de adeptos para evitar que las oposiciones realizan un esfuerzo para recomponer el destino de los mexicanos. Sin lugar a dudas, el escenario tiene tintes de desastre si las oposiciones no encuentran un motivo que las una para intentar revertir la lamentable circunstancia que estamos padeciendo. Movimiento Ciudadano, Acción Nacional, la Revolución Democratica y los tricolores, tienen la palabra. Al tiempo.
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Lic. En Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por el Instituto Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.