Sin lugar a dudas, el Presidente de la República es un experto en desviar la atención de los principales problemas que enfrenta el país.
Andrés Manuel López Obrador es un hombre acostumbrado y especializado en el debate público, y eso le permite quitar el foco de atención de los especialistas y de los mexicanos de todo el país, de los problemas que enfrenta su gobierno, y la carencia de resultados tangibles en cuanto al bienestar de los mexicanos que con tanto ahínco publicita. Para decirlo de otra manera, tiene para dar y repartir como se dice coloquialmente.
Ahora busco de sparring a la Iglesia Católica, y llamo hipócritas a sus principales liderazgos, además de acusarlos de haber callado en otras administraciones. Lo que motivó que el Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Monseñor Ramón Castro y Castro, señalara que realizaran una diversidad de acciones luego de la acusación que vertiera el Presidente de la República en sus mañaneras. ““No nos hemos quedado callados. Voy a publicar una lista de todos los documentos en los que se ha presentado todo tiempo de denuncia con todos los presidentes, sin color, sin ninguna preferencia”.
Andrés Manuel López Obrador es un hombre acostumbrado al debate, porque lo utiliza para desviar la atención de los principales problemas del país que hasta ahora no han encontrado solución alguna, y eso le permite polarizar y descalificar a quienes se enganchan en sus cuestionamientos. En lo personal creo que el mejor antídoto para callar al Presidente de la República tendría que ser el silencio de los protagonistas de siempre, y dejarlo solo con su vomitiva y verborréica forma de increpar a los demás para quitar el foco de los mexicanos de los principales problemas del país.
El nuevo motivo del debate de estos días es el asesinato de un guía de turistas y dos sacerdotes jesuitas en la Sierra Tarahumara de Chihuahua. De inmediato acudió al pasado como siempre lo hace, para señalar que cuando hubo hechos violentos en el sexenio de Felipe Calderón no dijeron nada, hecho que calificó como una hipocresía. Y claro está que los prelados entraron al debate que desde luego ganara quien desde Palacio Nacional increpa, desgasta, acusa, y afirma mintiendo, porque es su especialidad.
Y esa circunstancia no la han entendido o no la han sabido valorar sus adversarios, como el los llama, porque los mete en el debate y después los deja atrás evadiendo el debate porque tiene un nuevo tema en el que se envuelven a enganchar otros grupos, y así secuencialmente deja a todos con un palmo de narices como se dice en el argot popular. Insisto, a López Obrador hay que acosarlo con razonamientos profundos y mantener el debate en el tema para evitar que se salga por la tangente como siempre lo hace.
Y para confrontarlo hay que estar pendiente de la agenda que impone todos los días y cuestionar los fracasos de su mal llamada Cuarta Transformación, evidenciando las enormes cantidades de dinero que utiliza y del que poco beneficio obtienen los mexicanos. Baste un ejemplo: ha entregado enormes cantidades de dinero a los gobiernos populistas del Continente y hasta ahora nadie lo ha cuestionado. A cuba le ha entregado más de doscientos millón de de dólares sin que alguien se haya atrevido a señalarlo públicamente, y ni que decir de los embarques de alimentos que envía a las naciones populistas disfrazadas de ayudas cuando quienes lo disfrutan son los sátrapas que gobiernan esos países sin que alguien lo haya cuestionado. Hasta ahora nadie en los partidos de la oposición han hecho algo digno que le provoque animadversión. Pobre país. Al tiempo.
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Lic. En Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por el Instituto Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.