El camino del desastre

Definitivamente, no hay buenas noticias. Y tampoco existen certezas. La confianza comienza a desaparecer y se convertirá

en algo inalcanzable para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Los yerros han sido la constante y muy pocos los aciertos. Los desatinos son abrumadoramente más graves que los éxitos, las excusas que los resultados, y para colmo de males, las decisiones equivocadas se han vuelto el sello distintivo de un hombre que no acierta a entender que el encargo de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, hoy está inmerso en una brutal crisis de polarización y desencanto generalizado.

Por desgracia, la desesperanza cunde por todos los rincones del país. Las promesas de campaña siguen siendo promesas incumplidas, y por desgracia no se avizora que en el corto plazo se puedan revertir esos malos augurios que hasta ahora se ciernen en torno a la economía y la producción manufacturera. Para decirlo más claro, nada de lo que señalo durante su campaña ha sido llevado a la realidad porque hasta ahora pareciera que el catálogo de equivocaciones seguirá incrementándose cada día y eso terminará por colocarnos en un grave aprieto.

Nada de lo que señaló en años de viajes por todo el país ha sido llevado a la realidad porque no sabe cómo hacerlo, porque si supiera ya lo hubiera hecho, porque no es lo mismo criticar, que cumplir, no es lo mismo ofrecer, que conducir el destino de más de ciento veinte millones de mexicanos sin sobresaltos, y mantener el rumbo de un país que confió en él. Lo único que podemos señalar es que nuestra vocación por la democracia sigue vigente, y aspiramos a seguirla utilizando como el principal instrumento para hacer realidad lo que mandata el cuerpo Constitucional que desde mil novecientos diecisiete hemos construido y mantenido vigente como nación soberana.

La incertidumbre ha estado presente en estos cuatro años de ejercicio y ha sido la constante, y al paso que vamos tendremos que reconocer que las equivocaciones han sido costosas aunque eso poco le ha importado al inquilino de Palacio Nacional, porque hace mucho tiempo que se acostumbró a que su personalísima voluntad debía estar por encima del interés general, ya que su proyecto consistía en primero él, después él, y posteriormente él, sin importar todo lo demás, y mucho menos el bienestar de la gente, esa que engaña todos los días para seguir con la tónica de la acumulación de poder.

Hemos transitado por el periodo de incertidumbre más largo de nuestra historia reciente. Pero utilizar a las Fuerzas Armadas para atender la exigencia del gobierno norteamericano para detener a los migrantes centroamericanos es un despropósito, y lo peor es que las ha utilizado para evitar que la migración centroamericana siga llenando de menesterosos el muro fronterizo. Pero no debemos olvidar también que en su momento otorgó asilo al mayor proveedor de Coca del Continente, Evo Morales, quien tuvo que salir del país a causa de las exigencias del Cartel de Sinaloa.

La economía ha sido un fracaso y ha llevado a la miseria a cerca de doce millones de personas, y encima tenemos que seguir soportando que nadie ha querido comprar el avión Presidencial que tanto señalo vendería. Y también habrá que qué decir que la cancelación del Aeropuerto ha provocado pérdidas por más de ciento cincuenta mil millones de pesos, y construir una terminal en Santa Lucía que ha salido tres veces más caro, pero ha sido su capricho y tendremos que aguantarnos. Ni que decir de la estúpida conducción de la pandemia que según cifras reales provocó más de setenta y dos mil muertos. Tétrico, ¿no? Y lo que sigue y falta. Al tiempo.

This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.