Mucho se ha dicho acerca de las pretensiones de Andrés Manuel López Obrador de instaurar un régimen similar al de las dictaduras sudamericanas
en este aún maravilloso país. Si esa es la finalidad, hasta ahora no ha logrado avanzar en ese propósito porque la mayor parte de los mexicanos han detenido esa intentona con la alianza que se ha conformado en la Camara de Diputados para evitar los cambios constitucionales que requiere dicha construcción de un sistema totalitarista que conculque las libertades que hasta ahora gozamos los mexicanos de todas las latitudes.
Hasta ahora los principales mandos de las Fuerzas armadas del país han mantenido la institucionalidad que le han otorgado a este país esa viabilidad de la vida civil sin contratiempos, pero sigue latente el temor en muchos sectores acerca de la posibilidad de una radicalización de la vida pública con la finalidad de modificar nuestra forma de gobierno, y romper el orden Constitucional mediante la radicalización de los principales mandos del Ejército Mexicano y la Marina Armada de México.
En lo personal creo que no existen las condiciones para que eventualmente se radicalicen los principales mandos que hasta ahora han venido siendo cooptados con importantes tareas dentro del esquema gubernamental, que además les ha permitido el manejo discrecional de amplias cantidades de dinero público para sus tareas, circunstancia que los especialistas del fenómeno político gubernamental han considerado como una riesgosa etapa en la que el empoderamiento monetario de los principales mandos castrenses pudiera significar una amenaza para los mexicanos de todas las latitudes.
Si bien es cierto que estamos en el último tercio del mandato Constitucional de Andres Manuel López Obrador, en lo personal no creo que existan las condiciones para un evento de esta magnitud, y mucho menos creo que los altos mandos de las fuerzas armadas tengan el ánimo de derramar sangre para instaurar un régimen antidemocrático en un país que cuenta con más de tres mil kilómetros de frontera con Estados Unidos, uno de los países más poderosos del orbe, y del cual dependemos en muchos campos de la vida pública.
En lo personal no creo que las ambiciones de poder del actual titular de la Presidencia de la República vayan en ese sentido, pero ya existen síntomas graves de algo que pudiera ocurrir si el radicalismo del movimiento que ha encabezado Andres Manuel López Obrador pretendiera socavar los cimientos de ese régimen democrático que tanto tiempo y trabajo nos ha costado construir, y esa circunstancia es la que hasta ahora mantiene encendidas las luces de alerta en el vecino del norte.
Las ambiciones de poder de Andrés Manuel López Obrador han sido la constante en toda su vida pública, y ante la circunstancia del empequeñecimiento de las oposiciones, muchos especialistas han alertado que sigue latente esa posibilidad del rompimiento del orden Constitucional de forma violenta con la complicidad de las fuerzas armadas toda vez que no se cuenta con la mayoría suficiente para intentarlo desde el Congreso. En lo personal no creo que los principales mandos esas fuerzas armadas se presten a satisfacer las ambiciones de permanencia de un régimen que hasta ahora ha mostrado el rostro de la dictadura. Así de simple. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.