Cada vez que se requiere tapar algún desliz presidencial, o desviar la atención de los asuntos escabrosos que los medios de comunicación reseñan
por los excesos de la Cuarta Transformación, se acude a diversas artimañas para desviar la atención de los mexicanos buscando la forma de evitar que la figura del presidente de la República sufra más daños de los que hasta ahora ha acumulado a causa de su empecinamiento de mentir todos los días y de lanzar culpas a diestra y siniestra del fracaso que encabeza desde Palacio Nacional.
Ahora se ha utilizado la tragedia en la que murieron cuarenta y tres muchachos que estudiaban en la Normal Rural de Ayotzinapa que está enclavada en uno de los parajes de Tixtla en el Estado de Guerrero, para desviar la atención del brutal fracaso encabezado por Andres Manuel López Obrador, quien hasta ahora encabeza un desastroso gobierno producto de su personalísima toma de decisiones concentrando cualquier asunto por nimio que sea hasta que el mismo sea quien lo resuelva y lo haga saber a la opinión pública a través de sus mañaneras.
Para decirlo más claro, si hubiera un velorio, el presidente de la República sería el principal protagonista porque seguramente escogería ser el muerto. Si fuera un partido de fútbol, querría ser Hugo Sánchez, y si hubiera la posibilidad de encabezar la fórmula para reelegirse, pese a todo lo que ha dicho de que se retirará a su rancho ““La Chingada”, podemos tener la seguridad de que querría ser el nuevo protagonista de la reelección que tanto desea, y que para regocijo de los mexicanos no encuentra cómo vulnerar la norma Constitucional para violentar ese legado de “Sufragio Efectivo. No Reelección.
La mendicidad de quienes diseñan la estrategia de comunicación es brutal cuando utilizan la desgracia de los cuarenta y tres desaparecidos, simplemente para desviar la atención, y pretender ocultar las verdaderas intenciones de buscar la forma de que el inquilino de Palacio pueda en un momento determinado mantenerse en el poder ya sea a través de un mecanismo de consulta popular para que el “pueblo bueno” tome la decisión acerca de presentarse nuevamente como candidato, y mantener así sus más recónditas intenciones totalitarias para enquistarse en el poder por tiempo indefinido.
La cantaleta de que Claudia Sheinbaum será quien encabece la fórmula para que la mal llamada Cuarta Transformación ha sido una simple mascarada, porque de lo que se trata es de mantener la continuidad sea quien sea que la encabece, porque quien seguirá mandado será el hombre de Macuspana. De ahí la estrategia de traer al presente el hecho de la desaparición de los estudiantes de la Escuela Normal Rural ““Isidro Burgos”, enclavada en territorio del Municipio de Tixtla, para desviar la atención de los graves problemas que enfrenta la situación económica del país.
Andrés Manuel López Obrador no quiere perder el control del país, y seguramente lo conservará porque hasta ahora la pretendida alianza para competir con el Movimiento de Regeneración Nacional ha colocado a Claudia Sheinbaum como la “corcholata” favorita ante la decisión del titular del Ejecutivo que avizora que las oposiciones no cuentan con la fortaleza necesaria para competirle el control del país. Claro está que, si las oposiciones logran el establecimiento de una alianza, otra realidad nos haría mantener la esperanza de que de una vez por todas se termine la pesadilla de la mal llamada Cuarta Transformación. Así de simple nuestra circunstancia. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.