Desde hace tiempo el presidente de la República, Andres Manuel López Obrador, ha intentado debilitar
y dinamitar al Instituto Federal Electoral porque le estorba para sus aspiraciones de mantenerse indefinidamente en el poder como lo han hecho los tiranos populistas del hemisferio. Y esa no es una buena noticia para la democracia, y mucho menos para un país que durante mucho tiempo se ha afanado por perfeccionar cada día los procesos democráticos con los que los mexicanos nos hemos mantenido dentro de los parámetros de la democracia.
Hasta ahora este país es uno de los pocos que no han caído en las redes de ese populismo rampante que campea por todo el Continente, y que sus resultados han sido desastrosos para los ciudadanos de los países del hemisferio que han visto restringir sus libertades y abanderar una brutal pobreza originada desde las esferas gubernamentales, con la única finalidad de sojuzgar y someter a los ciudadanos a las más deleznables de las dictaduras a través de la proliferación del hambre y del encierro para los que pretendan abanderar las filas de la rebeldía.
Andrés Manuel López Obrador siempre ha mantenido un gusto tremendo por la imposición de su principal aspiración, que no es otra cosa que el ejercicio del poder de manera totalitaria, y construir un régimen en que los mexicanos tengamos que visualizar su liderazgo no como una circunstancia momentánea, sino un sistema de vida en el que dependamos de las dádivas gubernamentales, y nos mantengamos encerrados en una prisión social en la que la libertad de expresión no exista, y muchos menos la oportunidad de acceder a mejores estadios de bienestar.
Lo que no entiendo en esta circunstancia que hemos estado padeciendo desde hace cuatro años, y es que pese a las reiteradas muestras por parte de Andres Manuel Lopez Obrador de haciendo de dirige a este país, no ha existido más que la fortaleza de los diputados de las fracciones parlamentarias que han construido un bloque opositor para evitar que el Movimiento de Regeneración Nacional y sus partidos satélites alcancen la mayoría para impulsar y consolidar un régimen en el que las libertades no existan, y la mendicidad de los pobres alcance proporciones brutales.
Pese al escudo ciudadano que los mexicanos hemos construido para evitar que el presidente de la Republica y sus partidos aliados intenten vulnerar nuestra democracia destruyendo a las autoridades electorales, no podemos tener la seguridad de que en la circunstancia actual sea suficiente como para contener sus ansias totalitarias. Para decirlo más claro, por fortuna una alianza de partidos entre panistas, perredistas, tricolores, y Movimiento Ciudadano, hasta ahora han detenido la intentona comunista populista del presidente de la República, pero eso no quiere decir que deje en su principal propósito de implantar una dictadura populista en este México tan nuestro.
Si de algo podemos tener la seguridad es que el presidente de la Republica se ha convertido en el mayor enemigo de los mexicanos, esos que con nuestro trabajo hemos mantenido vigentes las instituciones que nos hemos dado para mantener vigente muestra democracia. Pero eso no quiere decir que las ansias totalitarias de Andrés Manuel López Obrador cesen, por el contrario, si de algo podemos estar seguros es de que intentará por todos los medios alzarse con el control total del país y las instituciones. Andrés Manuel López Obrador es capaz de todo, y también de intentar un golpe de Estado. Así de simple nuestra circunstancia actual, porque tiene comprados a los principales mandos de las Fuerzas Armadas. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.