Sin lugar a duda el ejercicio del poder es motivo de muchas cosas, principalmente de la generación de riqueza mal
habida, porque es muy fácil esconder enormes cantidades de dinero robado a los mexicanos mediante argucias que en la mayor parte de ellas permiten la facilidad de mover enormes cantidades de dinero para destinarlo a cuentas bancarias en el extranjero. Para decirlo más claro, lo que ha venido ocurriendo en este país ha sido uno de los hurtos más cuantiosos que se hayan presentado en los últimos cuarenta años.
Los pudores se han terminado, y de lo que se trata ahora es de asegurar que los caudales saqueados se conviertan en dinero limpio para que en lo sucesivo no existan siquiera indicios de la forma en que se dispusieron y el destino final que tuvieron. La opinión pública se ha mantenido pendiente de lo ocurrido con la Casa Gris en Houston, donde vivía el vástago mayor de quien conduce los destinos de este país, y cuya estancia en esa ciudad ha sido simplemente para facilitar los grandes negocios que se han hecho al amparo del poder.
Nuevas revelaciones señalan que el mismo día en que el hijo mayor del presidente de la República ocupó la llamada Casa Gris, Pemex firmó un contrato con una filial de Baker Hughes, y en las semanas subsiguientes se firmaron siete contratos más. Así de simple la reseña de uno de los hurtos que han cometido los hijos presidenciales. Pero antes de este lamentable episodio, los tres vástagos presidenciales se reunieron con los principales líderes del Sindicato Petrolero quienes tuvieron que entregar la nada despreciable suma de treinta y cinco millones de dólares, además del Jet en el que ahora se transportan a los principales paraísos fiscales.
Pero esa circunstancia no termina ahí, porque cuando el hijo mayor presidencial llegó a radicar en la petrolera ciudad, fue con la finalidad de finiquitar algunos negocios petroleros a través de diversos contratos con le empresa Baker Hughes. Por cierto, la información recabada hasta ahora señala que el número de esos contratos fue de siete, y quienes siguieron la huella de la negociación fue “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad”, ya que en los dos meses siguientes se asignaron otros siete contratos sin convocatoria pública de por medio.
Y claro que el presidente de la Republica no tiene facultades para la asignación directa de este tipo de contratos, pero la intervención de sus vástagos ha sido registrada por todos los medios de comunicación del país, y en el vecino del norte. Pero también hay quienes afirman que el afamado Jet en el que ha viajado el vástago mayor a Dubai con su atractiva esposa, es el mismo que les entregó uno de los líderes petroleros. Para decirlo más claro, “ladrón que roba al ladrón, tiene cien años de perdón”, señala el adagio popular.
Muchas cosas faltan por salir a la luz pública, y podemos tener la seguridad de que, si algo debemos considerar los mexicanos, es que el inquilino de Palacio ha sido el mandatario más voraz de la historia reciente. El problema para los vástagos presidenciales es que los delitos cometidos no prescriben en el corto plazo, y seguramente habrá mucho de qué hablar cuando de aplicar la ley se trate tanto a los hijos presidenciales, como a quien les permitió llegar a esos “grandes negocios” a los que parecen haberse acostumbrado. El odio sembrado por el actual mandatario se le revertirá seguramente, y tendrá que buscar la forma de blindar a sus hijos. Si la justicia existe en este país, la cárcel es el siguiente destino. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.